Crisis del PP y exhumación de Franco: coincidencia simbólica

El PP ha dejado de ser un partido de referencia, un 'partido de gobierno', para la sociedad española

Javier Pérez Royo
4 min

Catedrático de derecho constitucional de la Universidad de SevillaParece que van a coincidir en el tiempo la exhumación de los restos del dictador Francisco Franco y su retirada del Valle de los Caídos y la celebración del congreso del Partido Popular que tiene que decidir quién sustituirá a Mariano Rajoy en la presidencia del partido.

La exhumación y retirada de los restos de Franco del Valle de los Caídos tiene un valor simbólico obvio. Ningún gobierno de la democracia española se ha considerado con fuerza suficiente como para poder hacerlo. Han tenido que pasar 82 años del comienzo de la guerra civil y 43 de la muerte del general Franco para que se haya podido tomar la decisión. Es un claro indicador de lo que ha sido la proyección de la Dictadura en la Democracia y de la forma en que se hizo “la Transición”. El partido de la derecha española que ha sido partido de gobierno de la democracia, el PP, todavía está en desacuerdo con esta decisión, aunque ya no de forma tan virulenta como en el pasado. Pero está en contra. Y los candidatos a suceder a Mariano Rajoy lo dejaron claro en sus respuestas a las preguntas de 'El País' publicadas el pasado domingo. Ha tenido que ser el tercer presidente de gobierno socialista el que haya tomado la decisión. Todo un indicador de lo que fue “la Transición”.

Y es una decisión que ha podido ser tomada por la crisis interna del PP. Mientras el PP ha estado fuerte, aunque no estuviera en el gobierno, la decisión no podía ser tomada. El PP ha sido la expresión política del “franquismo sociológico”. En el origen del PP está Manuel Fraga y los conocidos como los “siete magníficos” que constituyeron AP para representar en la futura democracia la base social de apoyo al régimen nacido de la Guerra Civil. La operación de proyectar políticamente ese franquismo sociológico no fue fácil. Costó mucho tiempo y no pudo ser protagonizada por Manuel Fraga. El fracaso en las elecciones de 1977 y 1979 estuvieron a punto de hacerle abandonar la política, pero la desaparición de UCD le permitió quedarse con la representación de la mayor parte de la derecha española en las elecciones de 1982. Fracasaría, sin embargo, como alternativa de gobierno al PSOE tanto en las elecciones de 1982, como en las de 1986, lo que le conduciría a renunciar a la presidencia de AP y convocar un Congreso extraordinario, en el que sería elegido Hernández Mancha como presidente. El desastre de la ejecutoria de este último conduciría a la recuperación de manera transitoria de la presidencia por parte de Manuel Fraga, pero para dar paso a un proceso de refundación de AP como PP y de designación de José María Aznar como presidente del nuevo partido.

Con el PP con José María Aznar primero y con Mariano Rajoy después es como la herencia de Franco se ha proyectado en la democracia española. Ha conseguido hacerlo con una fuerza considerable, rebajando de manera significativa la calidad del sistema democrático. Esta rebaja se ha puesto de manifiesto de múltiples formas, a las que no puedo extenderme en el espacio de que dispongo. Pero su forma extrema de manifestación ha sido el enfrentamiento con el nacionalismo catalán, de la forma en que lo ha hecho el PP en la oposición con Mariano Rajoy como presidente del PP frente al proceso de reforma del Estatuto de Autonomía de Catalunya entre 2005 y 2010, y a partir de 2011 como presidente del gobierno. El nacionalismo catalán tenía que ser derrotado. Una vez que estuviera “cautivo y desarmado” se podría empezar a hablar. Antes, no.

Esa estrategia franquista ha conseguido hacer un destrozo enorme tanto en Catalunya como en España. Ha debilitado al Partido Socialista de manera notable. Ha hecho desaparecer al nacionalismo autonomista catalán y lo ha convertido en un nacionalismo independentista. Ha hecho emerger un nuevo partido, Ciudadanos, que está por ver en qué acaba convirtiéndose. Y ha desgastado la institución monárquica, que se ha convertido en objeto del debate político.

Pero el daño mayor se lo ha hecho a sí mismo. El PP ha dejado de ser un partido de referencia, un 'partido de gobierno' para la sociedad española. La constitución territorial es el problema constituyente más importante con el que tiene que enfrentarse la sociedad española. Y Catalunya, la integración de Catalunya en el Estado es el núcleo esencial de esa constitución territorial. Un partido que no sea capaz de hacer frente a ese problema de una manera democrática, que haga posible que tanto Catalunya como España se autogobiernen democráticamente, no puede ser 'partido de gobierno' de España. Por eso el PP va a dejar de ser una referencia para la gobernabilidad del Estado.

La exhumación y traslado de los restos del General Franco del Valle de los Caídos va a coincidir con la descomposición del PP como partido político. Un partido franquista no tiene cabida como 'partido de gobierno' en una democracia. Lo ha podido tener transitoriamente, pero tenía fecha de caducidad. Un partido franquista tiene cabida como partido marginal, pero no como partido de referencia para la gobernabilidad del Estado. El PP lo ha sido durante bastantes años porque la hipoteca del régimen del general Franco era enorme. Dicha hipoteca se está consiguiendo levantar. Con muchas dificultades, pero se está consiguiendo levantar. La exhumación y el traslado de los restos de Franco es un indicador. La destrucción del PP como partido de gobierno de la democracia española es el corolario del levantamiento de dicha hipoteca.

Es a lo que estamos asistiendo en este mes de julio de 2018.

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