La fantasía medieval de la Reconquista de Pablo Casado

Catalunya nunca ha reconocido al PP como un partido relevante para la comunidad

Javier Pérez Royo
3 min

Catedrático de derecho constitucional de la Universidad de SevillaEl PP es un partido casi extraparlamentario en Catalunya en este momento. Si en Catalunya la “barrera legal” para tener representación parlamentaria hubiera sido el 5%, como lo es en la Comunidad de Madrid, el PP se habría quedado fuera del Parlament con el resultado electoral del 21-D. En todos los estudios de opinión que se vienen haciendo públicos desde entonces, el PP sigue estancado por debajo de ese 5 % y con una estimación de entre 3 y 4 escaños.

Antes del 21-D, el PP no llegó a ver reducida tanto su representación en Catalunya, pero dicha representación en el Parlament ha oscilado en torno al 10%. En las elecciones de 1995 tuvo su mejor resultado electoral, que fue del 13.21 %. En 1999, el 9.60%. En 2003, el 11.89%. En 2006, el 10.87%. En 2010, el 12.33%. En 2012, el 12.97% y en 2015, el 8.49%. Eso es lo que ha representado el PP en la sociedad catalana. El PP no ha sido un partido marginal, pero sí ha sido un partido subalterno en Catalunya. Y lo que su trayectoria descendente indica es que puede acabar desapareciendo.

Por esta razón me sorprendió que en su discurso de aceptación de la Presidencia del PP una vez que se hicieron públicos los resultados del voto de los compromisarios, Pablo Casado hablara de “reconquistar Catalunya”. ¿Es que el PP ha sido alguna vez partido de gobierno en Catalunya? ¿Es que ha estado siquiera próximo a serlo? En el momento en que oí su discurso no tenía con precisión en la memoria los datos que he transcrito en el párrafo anterior, pero sí recordaba que nunca había tenido una representación superior al 15 %.

La sociedad catalana nunca ha reconocido al PP como un partido relevante para la dirección política de la comunidad. Sabe que hay que contar con él por la fuerza que tiene en el resto del Estado, pero no por lo que es en Catalunya. El PPC vale muy poco. Y a medida que la presencia del Estado en Catalunya se ha ido reduciendo desde 2010, el PPC vale todavía menos. Esto es lo que los resultados de todas las elecciones celebradas en esta última década vienen indicando.

No se entiende, en consecuencia, qué Catalunya es la que el PP quiere reconquistar, porque Catalunya nunca ha sido suya. El PP nunca ha tenido una política para Catalunya en positivo. O no ha tenido política digna de mención o ha tenido política anti-Catalunya con la finalidad de mejorar sus resultados electorales en el resto del Estado. Únicamente en la primera legislatura de José María Aznar Catalunya estuvo presente en la política del PP. Y todos sabemos por lo que fue y el resentimiento de Aznar contra Catalunya por haber tenido que firmar el “Pacto del Majéstic”.

Catalunya es Catalunya y quiere seguir siendo Catalunya. No quiere que los demás le digan cómo tiene que ser. La fantasía que pueda tener Pablo Casado acerca de Catalunya es eso, una fantasía que no tiene nada que ver con la realidad. Es una parte muy reducida de la sociedad catalana la que está expectante por ver cuál es la política catalana de la nueva dirección del PP. Y tras el anuncio en la primera reunión del Comité Ejecutivo por él presidido de las reformas del Código Penal para perseguir penalmente con nuevas figuras delictivas al nacionalismo catalán o la exhibición de su mayoría absoluta en el Senado para activar de nuevo el 155, todavía menos.

Me temo, y sus recientes declaraciones sobre inmigración así parecen confirmarlo, que cuando habla de Reconquista Pablo Casado está pensando en términos medievales, en términos de “cruzada” y no en términos democráticos. No está pensando en convencer a los ciudadanos de la idoneidad de su propuesta para las relaciones entre Catalunya y el Estado, sino de hacerles ver las consecuencias de no aceptar dicha propuesta. Esto es lo que hay. Y mejor lo aceptan por las buenas. Porque, de lo contrario, ustedes ya saben lo que pasa.

Con esa fantasía es fácil predecir hacia donde nos dirigimos.

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