Qué habría pasado

La investigación al Tsunami es un paso más en la deriva iliberal de la democracia española

Jordi Muñoz
4 min
Un manifestant porta un cartell amb la cara de Pedro Sánchez durant una protesta a Barcelona per la sentència

Pedro Sánchez reaccionó a la sentencia echando más leña al fuego. Con un discurso propio de un general que, satisfecho, piensa que ha derrotado al adversario. Descartaba los indultos, apostaba por el cumplimiento íntegro de las condenas y se felicitaba por un proceso judicial que consideraba ejemplar. Ninguna palabra de empatía o que demostrara una mínima conciencia o sensibilidad hacia los condenados ni, sobre todo, hacia la parte de la sociedad catalana que se ha sentido profundamente herida por la sentencia.

Hace tiempo que el PSOE ha decidido cerrar los ojos a la realidad de Cataluña y se ha recluido en un relato de fantasía según el cual no hay ningún problema entre Cataluña y España, sino sólo un problema de convivencia dentro de Cataluña. Hace un año algunos intelectuales de la órbita del gobierno español nos planteaban en privado, en un encuentro en Florencia, la implicación más cínica de este relato: no harían nada. Pensaban que no había que hacer nada porque el independentismo había tocado techo. Si ni siquiera en los momentos de máxima tensión de 2017 había superado el 50%, sin apoyos internacionales, aquello no era una amenaza seria para el Estado. Por lo tanto, el Estado no tenía que dar respuesta política, sino sólo contener el movimiento y castigarlo con los instrumentos del estado de derecho (policía, tribunales, prisión). Y esperar a que se fuera desgastando y desinflando por la acción combinada de la represión, el agotamiento, la falta de horizontes, las divisiones internas y la polarización interna de la sociedad catalana.

Esta es la cosmovisión que viene guiando la actuación irresponsable del Gobierno todos estos meses. Esto, y el cálculo constante de un electoralismo de corto vuelo, el único que sabe hacer Pedro Sánchez. Llegó al poder de manera oportunista con una mayoría, la de la moción de censura, que nunca ha querido. Trató de aprovecharse de ella para ocupar el poder sin hacer nada sustancialmente diferente de lo que hacía Rajoy y sigue embarcado en la partida de ajedrez infinita en la que han convertido la política.

La amplitud y la intensidad de la respuesta ciudadana a la sentencia, que va mucho más allá de los disturbios nocturnos, debería hacerles reaccionar. Pero no lo harán porque son prisioneros de su relato. Se limitan a seguir insistiendo que el independentismo se desinfla, minimizando el alcance de la respuesta y amenazando con el Código Penal a todo el mundo, violentos o no.

Esta semana, en la que han pasado tantas cosas que no las podemos digerir todas, han ordenado el cierre de la web del Tsunami Democrático y han anunciado una investigación por terrorismo contra un colectivo que siempre ha apostado por movilizaciones pacíficas. Es un paso más en la deriva iliberal de la democracia española, que ya hace tiempo que ha decidido pagar este coste para contener al independentismo sin tener que afrontar políticamente las demandas que plantea el movimiento.

La irresponsabilidad y la frivolidad de Pedro Sánchez son, sin embargo, sólo el último episodio de la falta absoluta de respuesta política por parte del Estado. Acumulamos ya muchos años desde la sentencia del TC contra el Estatuto de 2010, y hasta ahora no ha habido más que una cerrazón absoluta. Por eso hoy, si se quiere entender dónde estamos, es necesario preguntarse qué habría pasado si la respuesta del Estado hubiera sido otra.

¿Qué habría pasado si el gobierno español, estos días, en lugar de no cogerle el teléfono al presidente de la Generalitat y enviar al ministro del Interior a estimular la represión y amenazar con más cárcel, hubiera hecho un giro y hubiera empezado a hablar? ¿Qué estaría pasando en la calle sin los abusos y las agresiones policiales que todo el mundo ha visto estos días? ¿Qué habría pasado si la respuesta política de Pedro Sánchez a la sentencia no hubiera sido un nuevo intento de humillación y una exhibición de mano dura y prepotencia?

¿Qué habría pasado si el Tribunal Supremo español, en lugar de cebarse aplicando el derecho penal del enemigo, se hubiera limitado a no juzgar, absolver o condenar por desobediencia a los acusados? ¿Qué habría pasado si Pedro Sánchez, tras el 28-A, hubiera optado por reeditar la mayoría de la moción de censura que le llevó al gobierno y retomar el diálogo? ¿Qué habría pasado si, tras la manifestación de la Plaza Colón de Madrid, el PSOE no hubiera dado marcha atrás y no se hubiera levantado de la mesa?

¿Qué habría pasado si el gobierno del PP no hubiera decidido delegar la gestión de 2017 a la Fiscalía y la Audiencia Nacional? ¿Qué habría pasado si todos estos años los medios de comunicación españoles se hubieran esforzado por ofrecer un retrato complejo y mínimamente riguroso de lo que estaba pasando en Cataluña, en lugar de construir una caricatura deformada, llena de mentiras y teñida de catalanofobia? ¿Qué habría pasado si Rajoy no hubiera enviado a miles de policías nacionales y guardias civiles a apalear a la población civil que defendía pacíficamente su derecho a la participación política el primero de octubre de 2017? ¿Cómo habría sido esta semana si no se hubiera encarcelado a Jordi Sánchez y Jordi Cuixart por haber tratado de canalizar y calmar la concentración del 20 de septiembre con cordones de voluntarios, megáfonos y mediación con mossos y guardias civiles?

¿Qué habría pasado si cuando el Parlament de Cataluña pidió la transferencia de competencias para poder organizar un referéndum, en lugar de un portazo, hubiera habido algún intento de diálogo y negociación entre gobiernos? ¿Qué habría pasado si en 2012, cuando Artur Mas fue a Madrid a tratar de negociar un pacto fiscal, se hubiera tratado de buscar una fórmula para corregir lo que el intento del Estatut no pudo corregir? ¿Qué habría pasado si el Tribunal Constitucional no hubiera pasado por encima de los aspectos nucleares de un texto pactado y aprobado en referéndum? ¿Qué habría pasado si el PP no hubiera organizado una campaña anticatalana que culminó con la presentación del recurso al TC para invalidar lo que democráticamente no habían conseguido parar?

stats