CRÍTICA TV

Wyoming como barómetro democrático

Mònica Planas Callol
2 min

El martes por la noche, pocas horas después de haberse oficializado la investidura de Pedro Sánchez como presidente, su socio de gobierno, Pablo Iglesias, asistía de invitado en El intermedio, el programa de humor de El Gran Wyoming en La Sexta. El informativo que tritura la actualidad siempre comienza con una frase genial: "Ya conocen las noticias, ahora les contaremos la verdad", que provoca una ruptura entre información y realidad y pone el foco en la interpretación humorística como canal indispensable para explicar lo que pasa realmente. Es por este motivo que sorprendía que el futuro vicepresidente del gobierno visitara, de manera prioritaria y urgente, un programa de humor para dar explicaciones a la audiencia de lo que supondrá esta nueva legislatura. La entrevista la comenzaba la periodista Sandra Sabatés, que siempre tiene un tono más serio y periodístico, pero Wyoming también iba interviniendo haciendo preguntas pertinentes sobre el gobierno que nos espera aunque con un tono más distendido.

El contenido de la entrevista no fue nada del otro mundo. El gobierno no está formado, no hay cargos definidos públicamente y, por tanto, Pablo Iglesias jugaba con la carta del comodín de no poderse pronunciar porque todavía no hay nada oficializado. La conversación tuvo, más bien, la voluntad de crear un espacio para permitir a Pablo Iglesias hacer una declaración de intenciones genérica de lo que quiere que sea un nuevo gobierno de izquierdas. Elegir un programa de humor para hacerlo es ya, de por sí, una manera de pronunciarse. Elige La Sexta pero no opta por el periodismo de García Ferreras o de Ana Pastor sino por esta lectura alternativa de la realidad que caracteriza Wyoming. Le resta trascendencia pero parece que quiere transmitir la voluntad de acercarse más a los ciudadanos, anunció una política más abierta, de proximidad ciudadana, más desencorsetado. Con todo, no deja de ser una señal de cierta crisis informativa, en la que tiene más valor la puesta en escena y la habilidad comunicativa que un supuesto aval periodístico. El primer gesto televisivo del futuro vicepresidente del gobierno es el de asistir al programa que hace poco más de un año provocó un escándalo nacional porque un colaborador se sonó con la bandera española en un sketch y terminó imputado. Como en política pocas cosas se deciden al azar, es de suponer que la decisión de Pablo Iglesias de elegir este programa debe haber sido meditada. Si es el humor el que debe indicar un aumento de la calidad democrática en el país, bienvenido sea. Si esta es la manera de anunciar más libertad de expresión para todos, de acuerdo. Si sirve para dar a entender una nueva actitud más tolerante y sensata por parte del gobierno, perfecto. Veremos, en los próximos meses, si es eso o simplemente es un acto más de comedia.

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