El análisis de Antoni Bassas: 'Trump, ganador (in)moral de las elecciones'

Si Trump puede enfangar el recuento es porque Trump ha hecho su trabajo y Biden no: ha ganado en Florida, ha ganado en Ohio

3 min

Tal como era de prever, al día siguiente de las elecciones americanas todavía no sabemos quién las ha ganado. Biden ha pedido paciencia: "Estoy aquí para deciros esta noche que vamos por el buen camino para ganar estas elecciones".

"Lo sabemos por el voto anticipado y el voto por correo sin precedentes. Tardará un poco, tendremos que ser pacientes, hasta que el duro trabajo de contar los votos finalice, y el recuento no estará acabado hasta que cada voto sea contado, cada urna sea contada”.

Y Trump ha metido la directa: "Esto es un fraude para los Americanos, es una vergüenza para nuestro país, estamos preparados para ganar estas elecciones. Francamente hemos ganado estas elecciones; por lo tanto, nuestro objetivo es asegurar la integridad por el bien de nuestra nación, esto es un gran fraude a la nación. Queremos que se aplique la ley correctamente, o sea que lo llevaremos al Tribunal Supremo; queremos que se pare de contar votos, que se pare de votar. No queremos que se cuenten votos a las cuatro de la madrugada y después añadirlos a la lista. Es muy triste este momento porque para mí ya hemos ganado".

No es verdad, Trump todavía no ha ganado. En el momento que hago este comentario todavía hay estados que están contando el voto por correo, muy numeroso esta vez porque, entre otras razones, la gente con miedo a contraer el covid -19 ha elegido votar por correo. Y, por lo tanto, Trump no puede decir oficialmente que es el ganador. ¿Qué quiere decir que se tienen que dejar de contar votos? Es gravísimo. Desde este punto de vista, su amenaza le llevar el recuento ante el Tribunal Supremo es una afirmación de perdedor o de probable perdedor.

Pero Trump dice esto porque hay batalla; porque puede ir de un pelo. Si se demuestra que en el voto en las urnas ganaba Trump y por correo ganaba Biden, tendremos una batalla legal y una batalla por el relato que lo complicará todo, en los Estados Unidos y en el mundo. Lo digo de verdad: en un mundo en que ya todo es posible, quién no te dice que los Estados Unidos entran en una crisis constitucional, insólita en un país donde la transmisión pacífica del poder ejecutivo cada cuatro años es tan natural como el aire que se respira, o en un grave problema de orden público.

Para Trump el mejor escenario era, obviamente, la victoria, pero el segundo mejor escenario era este: el pollo, el barro, la batalla legal porque “a vosotros, oh pueblo americano, os han robado la victoria”. Y así, si tuviera que dejar la Casa Blanca, siempre quedará que él no reconoció la victoria.

Ahora bien, dicho esto, si Trump puede disputarle la victoria a Biden y enfangar el recuento es porque Trump ha hecho su trabajo y Biden no: ha ganado en Florida, ha ganado en Ohio, y puede ganar en Pensilvania. Trump es, en cierto modo, el ganador moral de la noche. O el ganador inmoral.

Trump ha conseguido que seguirlo sea una religión y votarlo una rebelión. Trump no tiene partido (el partido republicano parece que no exista) ni votantes, tiene fieles de aquellos que cuanto más se ríen de su fe, más creen. Biden sonaba con mucha menos energía, como una voz gastada de una política que se ha mantenido demasiados años en los despachos como para tener fuerza moral y sonar sexi, ganadora y verosímil, sobre todo ante un candidato que ha entendido que mucha gente ya no espera promesas ni soluciones de un presidente, tiene bastante con una lista de culpables a quién achacar su resentimiento, que les permite sacar la rabia que traen por su fracaso o por la insoportable superioridad moral de la izquierda.

No pinta nada bien este día después, ni para el mundo, ni para los americanos.

Nuestro reconocimiento para los que trabajan en primera línea, un recuerdo para los que sufren, para los presos políticos, para los exiliados, y que tengamos un buen día.

stats