El análisis de Antoni Bassas: 'Trump, nosotros y el cambio de época'

Estamos sometidos a un cambio de época brusco, que a la fuerza tiene que alterar la manera en la que vemos el mundo y, como consecuencia, quién creemos que es mejor que nos represente

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Parece que Biden ganará las elecciones americanas, con que se confirme su victoria en dos de los cinco estados donde queda por escrutar todo el voto por correo ya será presidente. Otra cosa es que Trump desaloje la Casa Blanca el día que le digan y no se enzarce con denuncias y tribunales, pero Biden lo tiene en la punta de los dedos.

Por lo tanto, estamos a punto de decir que Trump se va, pero lo que él representa no. Porque Trump ha sido capaz de representar a mucha gente (mucha gente quiere decir más de 68 millones de americanos). Y, por lo tanto, ha de haber muchos trabajadores que lo han votado. ¿Por qué unos trabajadores votan a un empresario, multimillonario, chapucero, que atufa a machista y racista? Pues, entre otras razones, porque la izquierda, o el centroizquierda, que en los Estados Unidos es la papeleta del Partido Demócrata, no les representa. No se sienten representados. Notan que es el partido de las élites, que no hablan por ellos. Un profesor inglés de sociología, Frank Furedi, ha escrito que, probablemente, los trabajadores que se pudieron quedar en casa teletrabajando votaron por Biden y los que tuvieron que salir a repartir con la furgoneta o a llenar los estantes de los supermercados votaron por Trump. Que para pronosticar unas elecciones no basta con segmentar la sociedad en mujeres, o creyentes, u homosexuales, o inmigrantes. Que la clase trabajadora continúa siendo un elemento importante, y el drama para la izquierda es que ya no es automático que un trabajador vote a la izquierda.

¿Creen que esto no pasa en España? ¿O que no pueda pasar en Catalunya? ¿Que haya trabajadores que se sientan más inclinados a votar a la derecha? Aquí la situación política es diferente, y en el caso de Catalunya la cuestión nacional pesa mucho. Pero a la vista de las elecciones del Parlament de febrero hay que tener presente que también aquí la pandemia lo ha transformado todo.

Miren la gráfica del paro. Son los últimos datos, de ayer mismo. En Catalunya hay 90.000 parados más que en marzo . Los bares y los restaurantes, los teatros, los gimnasios están cerrados.

O miren la angustia de los ERTE, que de momento se alargarán hasta el 31 de enero. Després habrá que acordar otra prórroga. Si hablan con la gente que trabaja en escuelas o servicios sociales oirán como de precaria se ha vuelto la vida de muchas personas que ya tenían una vida económica muy justeta. El otro día me explicaban el caso de la madre de una escuela concertada donde la mayoría del alumnado es hijo de inmigrantes asiáticos o africanos que estaba mareada porque sólo comía una vez al día.

Los profesores de ESO tendrán que ayudar los alumnos con el automuestreo. Vuelve a quitar el sueño la situación a las residencias de gente mayor. La semana pasada, en Catalunya, se contaron 372 muertos, y ya traemos más de 14.000. O sea, estamos sometidos a un cambio de época brusco, nos han movido la tierra que pisamos o que pensábamos que pisábamos, y todo esto por fuerza tiene que alterar la manera en la que vemos el mundo y, como consecuencia, quién creemos que es mejor que nos represente.

Miren si estamos en un cambio de época que el Abc ha dejado caer al rey Juan Carlos para proteger a su hijo, Felipe de Borbón. Ayer tituló: “La Fiscalía investiga Juan Carlos por otra trama de blanqueo y delito fiscal con testaferros”. Si me lo hubieran dicho hace pocos meses no me lo habría creído.

Nuestro reconocimiento para los que trabajan en primera línea, un recuerdo para los que sufren, para los presos políticos, para los exiliados, y que tengamos un buen día.

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