El discurso del rey

Esther Vera
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Madrid rebosa de elucubraciones sobre el discurso del rey Felipe VI por Navidad, pocas veces su figura habrá estado en una posición tan débil y sus palabras y sus silencios serán interpretados tan minuciosamente. Ahora mismo la principal traba del rey es quien abdicó en él, su padre y actual rey emérito, que hace unos meses se limitó a comunicar al poder ejecutivo su salida del país en dirección a Abu Dabi. Sus primos, como él mismo denomina a las satrapías del Golfo, lo acogían mientras los escándalos sobre el origen y la opacidad de su patrimonio y los detalles sobre su vida privada se sucedían.

Juan Carlos I tiene una salud frágil y a finales de la semana pasada estaba ingresado en una clínica privada para tratarse de covid, lo cual ha frustrado su voluntad de volver a España por Navidad. La comunicación entre el entorno al emérito y el gobierno, es decir los representantes electos de los ciudadanos, es hoy nula, y se intenta transmitir la idea de que lo que afecta a Juan Carlos I es una cuestión privada. El impago a Hacienda de Borbones no es una cuestión privada, como tampoco lo es la posibilidad de que su hijo le pudiera retirar el título de emérito, ni que se diera el caso de que el monarca muriera en el exterior.

La fragilidad institucional en España es grande y la situación del emérito ni es una anécdota, ni es un tema del papel cuché, ni se puede tapar con la prensa cortesana.

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