La frustración de un modelo amenazado por el uniformismo

Enoch Albertí
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Catedrático de Derecho Constitucional de la UBEn 1978 se hizo un esfuerzo importante para resolver el problema catalán, y el vasco, y se previó un sistema territorial flexible y potencialmente diverso, ajustado a la voluntad de autogobierno de estos territorios. La Constitución posibilitaba despliegues diferenciados que debían permitir a Catalunya un nivel de autogobierno bastante satisfactorio, con independencia de lo que hicieran otros territorios del Estado, algunos de los cuales nunca habían pedido autonomía. La historia de la frustración de este modelo basado en la diversidad, ahogado por una profunda pulsión uniformista para diluir los casos vasco y catalán, es bien conocida. El fracaso de la reforma del Estatuto de 2006 es uno de los momentos culminantes de este proceso, y la crisis actual del coronavirus ilustra bien el resultado final: el modelo de gobernanza, centralizado o descentralizado, depende de la voluntad unilateral del estado, y no de una Constitución que garantice la posición de Catalunya. No hace falta más que compararla, por ejemplo, con la realidad radicalmente diferente de los estados federales como Alemania o los Estados Unidos.

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