A la caza de Puigdemont

Hay una parte de la sociedad dispuesta a estrangular la libertad de expresión

Mònica Planas
2 min

PeriodistaLa semana pasada el humorista Joaquín Reyes grababa un sketch para El intermedio caracterizado de Carles Puigdemont y recibió la visita de seis agentes de la Policía Nacional que se acercaron alertados por un vecino. El propio humorista admitía que los agentes se acercaban a él poco a poco, sin tener muy claro lo que estaban haciendo. Es obvio que sería bastante insólito encontrarse al Puigdemont auténtico con una estelada en el cuello, un par de cámaras de televisión, y un equipo de producción, grabando en un parque de Torrejón de Ardoz que representa una especie de Europa en miniatura.

El Gran Wyoming recibió al humorista para que explicara las circunstancias de este disparate increíble. Ambos reían. Se ve que cuando la productora del programa pudo hablar con el vecino que había hecho la denuncia, le preguntó que cómo se le había ocurrido reaccionar de esa manera: "Es que no están las cosas para hacer chorradas", dijo el hombre. Wyoming incluso le pidió a Reyes que desde la televisión enviara unas palabras a aquel señor que había llamado a la policía: "Héroe anónimo: que ha hecho muy bien. Que si ve a un hombre con bufanda amarilla y abrigo, que denuncie". La frase, cargada de sarcasmo, ponía en evidencia el clima de autoritarismo que estamos sufriendo, en el que cualquier detalle insignificante puede convertirse en motivo de denuncia y en el que el acto más intrascendente, incluso grabar un sketch por la calle, puede acabar en comisaría. De hecho, en otra entrevista Reyes admitía que en este contexto tóxico incluso uno se piensa dos veces cualquier chiste que quiere hacer, porque en medio de tantas susceptibilidades judiciales uno ya no sabe a qué atenerse.

Joaquín Reyes fue entrevistado en varios programas de Antena 3 y La Sexta y todo el mundo reía. "¿Te han detenido?, ¿te hubiera gustado que te hubiesen detenido?", le preguntaba Mamen Mendizábal en el programa Más vale tarde.

La situación delirante y ridícula, sin lugar a dudas, da para hacer mucho cachondeo. Por un lado, evidencia el clima policial que vivimos, en el que todo parece solucionarse a base de denuncias y enviando a la gente a la cárcel. Por el otro, demuestra la catalanofobia imperante. Cómo, a pesar de un contexto inocuo, inverosímil y cómic, como el de un hombre caracterizado haciendo comedia ante monumentos europeos de cartón, termina generando una llamada a la policía.

Hay personas que ya no pueden distinguir entre realidad y ficción, porque es la simple presencia de símbolos independentistas, incluso cuando son de atrezo, lo que provoca la reacción de denuncia. Vayamos riendo, pero todos estos detalles esperpénticos son síntomas de que hay una parte de la sociedad dispuesta a estrangular la libertad de expresión.

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