Évole y la sucia realidad

Del cerdo se aprovecha todo. Y no solo su carne, sino también a nivel de rendimiento mediático

Mònica Planas
2 min

Crítica de televisiónDel cerdo se aprovecha todo. Y no solo su carne, sino también a nivel de rendimiento mediático. Adentrarse en el sector porcino puede parecer pesado. En cambio, es todo lo contrario: investigar las entrañas del negocio de los cerdos puede convertirse en un thriller apasionante.

Hace poco más de dos años, el 30 minuts de TV3 emitió El preu del porc [El precio del cerdo], un reportaje contundente y demoledor sobre la realidad de este negocio. Hace un año, el programa de La Sexta Equipo de investigación ofreció La burbuja del jamón, explicando cómo algunos ganaderos estafaban al consumidor haciendo pasar cerdos de baja calidad por pata negra. El domingo Jordi Évole culminó la apasionante trilogía porcina con Stranger pigs, un Salvados que denunciaba inspecciones muy laxas y las vulneraciones ecológicas, sanitarias, laborales y éticas de esta industria.

En Salvados Jordi Évole mostró unas imágenes terribles. Se infiltró en una granja. Los cerdos estaban llenos de tumores, heridas y úlceras sanguinolentas, inflamaciones y malformaciones. Algunos ya estaban muertos y otros agonizaban en medio del resto de animales, que los acababan devorando porque estaban hambrientos. Después el periodista conversaba con los responsables de la granja mientras se les grababa de incógnito. Les preguntaba cómo llegar a un punto geográfico porque decía que "estaba grabando un programa sobre rutas de montaña" para despistar, y entonces se interesaba por la actividad de la granja como si fuera una amable y sana curiosidad. Ya se entiende que ante una industria cárnica tan opaca, que niega el acceso a la información, este era un recurso para conseguirla, pero ver a un periodista haciendo uso de la mentira para conseguir la verdad cuesta. Y más cuando ya tenía, de primera mano, las imágenes que demostraban una situación intolerable.

Salvados alcanzó el clímax encarándose con el director general de Ganadería de Murcia. El hombre, tosiendo e incómodo en cada respuesta, fue quedando atrapado. El momento en que Évole le enseña las imágenes horribles de la granja mientras el espectador solo oye los gruñidos de los cerdos observando el rostro de la autoridad responsable fue de una contundencia televisiva absoluta. Es imprescindible esta tarea de denuncia contra grandes empresas para que el consumidor tome conciencia de lo que come. Quizás lo más decepcionante es que el programa, para curarse en salud, al final aclaraba con letreros que la mayoría de inspecciones de granjas del 2017 no presentaron problemas y que lo que habíamos visto no presuponía que fuera habitual. Entonces, ¿el Salvados era para denunciar una sola granja? La tesis que entendimos que el reportaje defendía desde un inicio como un problema general del sector porcino y como habían explicado algunos entrevistados se deshacía como un terrón de azúcar con aquella justificación final para cubrirse las espaldas.

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