COMPAÑEROS DE VIAJE

Por el infierno hacia Dios

'On the road' convirtió a Jack Kerouac en un profeta de la generación siguiente a la suya

Rafael Argullol
2 min
Fotografia oficial de Jack Kerouac quan es va presentar per entrar a l’exèrcit el 1943.

N

o fue aceptado por el ejército americano durante la Segunda Guerra Mundial porque era un "hombre indiferente" y, por tanto, con tendencia a la locura. La izquierda sospechaba de él porque, a sus dudas con el comunismo y a sus veleidades católicas, se unía un profundo desprecio intelectual por Marx y Freud. A la derecha le repugnaba su antimoralismo y su elogio de la promiscuidad sexual y el consumo de drogas. Jack Kerouac lo tenía todo para merecer la desconfianza de los distintos grupos de poder en la sociedad estadounidense. En el mundo de la cultura, a excepción de algunos cómplices, como Allen Ginsberg y William Burroughs —con quienes se peleó varias veces—, no tenía grandes adhesiones: era autor de numerosos textos que permanecían inéditos, pero no se sabía muy bien si los publicados tenían valor. Incluso su lengua literaria era cuestionada, un inglés heterodoxo que hacía recordar a algunos críticos que su lengua materna era el francés de Quebec.

Pero, tras años de vacilaciones y fracasos, On the road, publicado en 1957, tuvo, por fin, una gran crítica y se convirtió en un éxito extraordinario. Un fenómeno, más bien, que convirtió a Jack Kerouac en un profeta de la generación siguiente a la suya. En los años sesenta y setenta On the road y su autor Kerouac fueron vistos como referencias inexcusables para unas señas de identidad que se conformaban a través de la rebeldía, el consumo de drogas, el retorno a la naturaleza, el empeño viajero y un culto casi sagrado de la condición alcohólica. Jack Kerouac era la figura idónea: inclasificable, consumidor y apologeta de las drogas, alcohólico persistente, gran viajero por los inabarcables territorios vacíos de Estados Unidos y México. On the road se transformó en el libro iniciático por excelencia para todos los que compartían aquellas señas de identidad.

Tantos años después sigue siendo un libro que encierra un viaje iniciático, pero no tanto en la dirección que se propuso, por parte de muchos, hace medio siglo, sino en la apuntada por el propio Kerouac algunas veces que quiso contestar sobre la cuestión. On the road es una ruta a la busca del Dios que obsesionaba al escritor en su infancia y adolescencia. Una travesía del desierto de la culpa y un deseo de liberación anárquico, caótico, sincero, de una riqueza sensorial desbordada. Fascinante todavía para quienes se dejan fascinar por lo invisible.

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