Paseando, ahora, por el Concilio Vaticano II: ¿punto y coma final?

Deseaba llegar al final de la conversación para concretar algunos vicios y virtudes del Concilio

Valentí Gómez I Oliver
3 min

Poeta y crítico literarioTenía una cita, ya en pleno verano, para encontrarme con mi buen amigo Josep Maria Benítez-Riera, en el delicioso 'bosco sacro'. Habida cuenta del argumento sobre el que dialogábamos, el Concilio Vaticano II, deseaba llegar al final para concretar algunos vicios y virtudes. Me acordaba de lo que decía Valerio Máximo (7,2,13): “Cuidado que cuando defiendes el cielo, puedes perder la tierra”. ['Videte ne dum coelum custoditis, terram amittatis'].

Valentí Gómez i Oliver. Perdona que insista, deberíamos acabar concretando sobre el Vaticano II. Te preguntaré tres cosas que en tu opinión no fueron resueltas por el Concilio: se trataría de tres “defectos”. Y tres cosas que sí resolvió; serían tres “virtudes”.

Josep Maria Benítez-Riera. Te perdono, muy bien, me parece lógico que pretendas acabar concretando. Pero creo que valorarlo únicamente y considerar tres cosas negativas y tres positivas puede resultar simplificador. Es muy atrevido. Y tú lo eres. Sin embargo, de acuerdo, pregunta...

V. De acuerdo. Dos cosas. La primera: el gran argumento de la sexualidad. ¿Qué es lo que faltó? La segunda: ¿el Concilio resolvió el papel de la mujer dentro de la Iglesia?

J.M. Doctrinalmente ha faltado mucho y, pastoralmente, es pobre hasta el punto que la problemática de la sexualidad y de la dignidad del papel de la mujer y sus roles en la Iglesia y el mundo han quedado pendientes. Incluso algún aspecto problemático no resuelto, como el del control de la natalidad, el propio Papa Pablo VI quiso regularlo más tarde, de buena fe, con una posterior encíclica, la 'Humanae vitae'.

V. O sea que el Concilio fue ambiguo.Y te pregunto por un punto fundamental. Tal como sugerían algunos cardenales y teólogos, ¿se llegó a una democratización de la Curia?

J.M. El Concilio no entró en ello. Juan Pablo II planificó posteriormente una reforma, qua solo lo fue a nivel estructural. El papa actual, Francisco, ha querido actuar más en profundidad. Es conocido que estableció un primer diagnóstico incisivo sobre las enfermedades de los curiales, es decir de quienes integran la Curia, aprovechando la Navidad de 2013. Ahora sigue intentando llevar a cabo una reforma más profunda, y también organizativa, como muy bien sabes…

V. Pasemos ahora a tres cosas positivas que haya propiciado el Concilio.

J.M. Hay muchas más de tres…Eclesiología, ecumenismo, litúrgico, pastoral... sería largo enumerarlas. El Concilio es de una tal riqueza de positividad que habría que considerarlo en su conjunto. Muchos ámbitos diferentes, pero todos interconectados…

V. De acuerdo. ¡Empieza!

J.M. Señalaría tres. Primero los hechos. A mediados del siglo XX, la Iglesia católica, después de la segunda guerra mundial (1939-1945), establece un diagnóstico sobre: 1) Qué es la Iglesia; 2) Cómo es la Iglesia dentro del mundo y 3) También qué y cómo es el mundo.

V. ¡Me gusta que no me hables de las interpretaciones que ha suscitado, en el mundo de los no creyentes, un hecho tan importante como este Concilio!

J.M. Sí, dejemos las interpretaciones y las polémicas: el Concilio es en si mismo un gran “texto” sobre la Iglesia en si misma y sobre el mundo en el que interactúa. Una magnífica radiografía precisamente en un momento de crisis evidente (1962-1965). Como una precisa “foto fija”.

V. ¿Qué otro hecho positivo propició el Concilio?

J.M. Precisamente que esta gran riqueza documental — los textos, o sea el “texto” — evidencie su contexto histórico-dinámico. Examinado ahora, este “texto” no muestra ningún fracaso del Concilio. Por el contrario, nos ilumina sobre la complejidad de la Iglesia persistente en el mundo, un mundo en constante dinamismo y al mismo tiempo diagnostica los cambios acelerados de la sociedad humana, es decir certifica el salto a otra época, llena de antinomias y en una casi “anomía” persistente….

V. ¿Quieres añadir un tercer aspecto y ponemos punto final a mis preguntas?

J.M. Nada de punto final…Tal vez sería mejor poner un punto y coma final, ¿no crees? Se trata de haber estimulado el deseo de llegar a buen puerto, a un más allá… de manera que los sueños de una gran parte de la comunidad mundial se conviertan en una realidad completamente asumible. Realidad que habla con la lengua de la dignidad de la persona humana y de la libertad religiosa para poder vivir en una sociedad más justa y solidaria. Sueños, por cierto, a los cuales también aspiran los discípulos y seguidores de Jesús de Nazaret.

Después de aquellas palabras, un sutil silencio nos rodeó en mitad de nuestro misterioso 'bosco sacro'. La capacidad de hacer hablar a los silencios, que profesa con batlloriana sabiduría el buen amigo Josep Maria, me hizo recordar una de las máximas del Pseudo-Séneca, la que dice, en el 'De Moribus' 74: “Es una gran cosa saber cuando es tiempo de hablar y cuando de callar” ['Magna res est vocis et silentii tempora nosse'].

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