El peligro de dejarle el dinero a un gurú

Inversores estrella como Josef Ajram o Daniel Lacalle obtienen rentabilidades escasas

àlex Font Manté, Xavier Grau, Dani Cordero I Carles Fivaller
7 min
El perill de deixar-li  els diners a un guru

En el mundo de las finanzas ser una estrella mediática no es sinónimo de tener éxito a la hora de invertir. Esto es especialmente cierto en España, donde dos de los inversores más mediáticos, Josef Ajram y Daniel Lacalle, están teniendo un año poco exitoso en cuanto a generar retornos para sus clientes. Ajram –famoso por ser deportista de riesgo, ofrecer cursos de bolsa para aficionados y publicar libros de autoayuda– ha perdido este año un 10% acumulado con la sicav que gestiona, Ajram Capital. Es una pérdida que supera las del Ibex 35, que este año ha caído un 7%. A esto hay que añadir que Ajram cobra una comisión anual del 2,1% por sus servicios. La sicav de Ajram tiene más de 500 personas adscritas y gestiona unos 6 millones de euros.

Pero no se trata sólo de un mal año. El rendimiento de Ajram Capital es difícil de comparar con el de las sicavs (vehículos de inversión colectiva) de algunas de las grandes fortunas españolas.

Si se utiliza la cotización en el mercado para medir su éxito inversor, la sicav de Ajram ha perdido cerca del 9% desde que se creó en 2013, cuando la peor de las grandes sicavs españolas (la de Sandra Ortega, hija de el dueño de Inditex), ha ganado más del 16%. En este tiempo, por ejemplo, las dos sicavs de la familia Palatchi (fundadores de Pronovias) han superado el 70%.

En teoría, Ajram Capital no tiene casi ningún límite en su mandato (puede comprar o vender prácticamente todo). Pero esta libertad no se ha traducido en una gestión muy eficiente: hasta ahora, Ajram ha puesto la mayoría de su dinero en acciones españolas. Desde que Ajram Capital comenzó a cotizar en 2013, el Ibex 35 (que agrupa a las principales empresas españolas) ha perdido casi un 3%, que es muy mal resultado comparado con la bolsa americana e incluso el resto de bolsas europeas. Por lo tanto, si en este periodo se ha invertido sólo en empresas españolas es difícil haber obtenido grandes resultados.

Pero el hecho de que las pérdidas del fondo de Ajram sean superiores a las del Ibex 35 sugiere que, incluso a la hora de elegir las acciones españolas que ha comprado, la elección ha sido especialmente poco acertada.

En cambio, en el mismo periodo de tiempo, el vehículo inversor de la empresa Lyxor (que invierte pasivamente al Ibex 35) ha perdido sólo un 4%. Este tipo de productos, llamados 'exchange-traded funds' o ETF, no tienen ninguna pretensión de tener conocimientos de bolsa, sino que copian lo que hace un índice de referencia como el Ibex 35, y en teoría obtienen resultados bastante similares.

AJRAM VS SICAVS.

De hecho, si los clientes de Ajram hubieran diversificado sus inversiones comprando el vehículo de Lyxor, que invierte el conjunto de bolsas mundiales (sigue el MSCI All-Country World Index), habrían obtenido una rentabilidad del 72% en euros durante el mismo periodo.

Consultado por este diario, Josef Ajram lamenta los resultados de la sicav que lleva su nombre y justifica con la estrategia de inversión adoptada por el consejo de administración de esta sociedad, liderado por miembros de la empresa Link Securities. "Hace poco más de un año, después de los escándalos de Abengoa y el Popular, la sociedad decidió vender muchas participaciones para centrarse únicamente en empresas del Ibex 35", explica. Ajram dice que el hecho de haber salido precipitadamente explica en parte los malos resultados, y añade que él y su equipo "no nos sentimos cómodos" con la estrategia que sigue la sicav. Pero de momento no se plantea desvincularse.

Algo similar ocurre con Daniel Lacalle, economista liberal cercano al Partido Popular. Es comentarista habitual de programas de televisión y en 2016 fue fichado por la Comunidad de Madrid para atraer empresas que abandonaran Londres debido al Brexit. Lacalle es economista jefe del fondo Adriza International Opportunities, de la empresa Tressis Gestión, que gestiona 4 millones de euros y también hace inversiones de alto riesgo. Este año este fondo ha ganado cerca de un 1,1%.

El problema es que, a diferencia de Ajram, Lacalle sí compara explícitamente los rendimientos de su fondo con un índice concreto. Su fondo está referenciado en el MSCI World Index, otro fondo que sigue las bolsas del mundo desarrollado. El objetivo que tiene Lacalle hacia sus clientes, pues, es ofrecer una rentabilidad que supere la de este índice. De momento, no lo consigue.

Desde principios de año, el MSCI World Index ha devuelto un 1,9%. Si hacemos la comparación desde el momento que el fondo de Lacalle comenzó a cotizar, en 2015, Adriza ha devuelto un 6,5%, mientras que MSCI World ha generado un 36% si medimos en dólares, o un 26% si lo hacemos en euros. Por otra parte, el ETF correspondiente de Lyxor, que es la manera que tienen los inversores europeos de invertir directamente en el MSCI World Index, ha devuelto el 15%.

LACALLE VS LYXOR MSCI WORLD

Lacalle admite al ARA estos registros. Con todo, a pesar de que su fondo está referenciado en el MSCI World Index, él sostiene que, en promedio, los fondos comparables al suyo están cayendo, mientras que el suyo almenos gana. "Nuestro fondo es de bajo riesgo: si alguien quiere más riesgo, y quizás más rentabilidad, tiene otras opciones en el mercado", defiende.

Pero aún falta una cuestión clave. Los resultados que se han dado hasta ahora son los de antes de aplicar comisiones: mientras que el ETF cobra del 0,3% anual, los intentos de Lacalle de vencer el mercado se pagan al 1,35%. Esto significa que sus clientes han perdido en comisiones gran parte de los retornos generados.

Estas cifras remarcan cuál es el principal inconveniente de dar dinero a los inversores estrella: independientemente de si aciertan o no, se llevan una buena parte del pastel.

A pesar de su prédica por radios, televisiones y editoriales, señalar sólo Ajram y Lacalle podría ser injusto. Resulta que pocos inversores estrella consiguen vencer a los robots que siguen pasivamente los índices (o incluso los monos que lanzan dardos sobre los nombres de empresas en las que se debe invertir, como dijo el economista estadounidense Burton Malkiel en los años 70).

Muchos estudios realizados por economistas y expertos en finanzas (entre los cuales el barómetro que elabora regularmente la seguidora de fondos de inversión Morningstar) encuentran que los inversores activos ofrecen retornos mucho menores que los pasivos una vez descontadas las comisiones.

Y para la mayoría de los inversores, el coste de las comisiones y los impuestos puede terminar siendo más importante que las acciones en que se invierte. La comisión del 2,1% que cobra Ajram, por ejemplo, puede no parecer muy elevada, pero como se acumula cada año puede llegar a significar una suma muy importante.

Por ejemplo: cogiendo años enteros y suponiendo que se tienen 1.000 euros para invertir, dárselos a Ajram Capital hubiera generado 25 euros entre el 2014 y el 2017, mientras que invertirlos pasivamente hubiera devuelto 176 euros, antes de pagar comisiones. Pero contando las comisiones, invertir en Ajram Capital hubiera significado perder 57 euros, mientras que el vehículo pasivo hubiera devuelto 163 euros.

"La comisión no se puede ajustar más", se defiende Josef Ajram. "Estoy yo, está la gestora, el banco depositario... Somos muchos a repartir".

Durante la última década, como los tipos de interés han sido muy bajos en todo el mundo (y las rentabilidades, por tanto, también), los inversores cada vez han dado más importancia a las comisiones. Esto está cambiando radicalmente el mundo de la inversión. Entre 2008 y el 2017 casi un billón de dólares de todo el mundo han pasado a ser invertidos en vehículos de inversión pasiva como los ETF, según Morningstar. Estos fondos no tienen un inversor mediático que se pasa el día buscando dónde está el límite o inventando nuevos métodos algorítmicos para vencer el mercado: les basta con un ordenador que intente imitar lo que hace el mercado. Por lo tanto, pueden cobrar mucho menos. "La inversión activa tiene un coste. Quien lo prefiera puede pasarse a los ETF: esto es un mercado libre ", dice Lacalle.

AJRAM VS ETFS.

El ETF de Lyxor que invierte en el Íbex-35, por ejemplo, sólo cobra una comisión del 0,45% (para cubrir gastos de compra y venta de activos). Esto está beneficiando grandes empresas inversoras como BlackRock, que ofrecen una gran variedad de estos productos a bajo coste. En comparación, el patrimonio del fondo de Ajram no ha parado de bajar desde mediados del 2017.

La competencia para rebajar las comisiones cada vez es más feroz. Este agosto otro gigante inversor americano, Fidelity Investments, ha lanzado al mercado por primera vez unos ETF que no cobran ninguna comisión. Han atraído 1.000 millones de dólares en sólo un mes, según la empresa.

Ahora bien, esto no quiere decir que todos los inversores estrella fracasen. La excepción más conocida es el magnate de las finanzas Warren Buffett, que ha logrado vencer el mercado con regularidad invirtiendo en empresas seguras que han sido infravaloradas en las bolsas (una de las pocas estrategias que los economistas creen que a la larga vence el mercado).

Incluso entre los famosos fondos especulativos o 'hedge funds', que cobran comisiones gigantescas y han ofrecido retornos pobrísimos en los últimos diez años, hay inversores ganadores como Ray Dalio, que mantiene mucho secretismo sobre sus estrategias y las excentricidades con que gestiona su empresa gestora, Bridgewater (incluyendo una política de "transparencia radical", que significa que todo se graba en vídeo y que los trabajadores se critican públicamente unos a otros).

Sin embargo, los datos muestran que la mayoría de gestores de este tipo han sido históricamente más exitosos en enriquecerse ellos mismos que a sus clientes. A veces, los logros pueden ser una cuestión de suerte. El gestor británico de Hedge funds Crispin Odey, por ejemplo, saltó a la fama después de hacer mucho dinero con la crisis financiera de 2008. Pero en los últimos años no ha dejado de equivocarse y perder dinero, ya que su estrategia parece estar basada en ser permanentemente pesimista.

Esto no quiere decir que los ETF no tengan problemas, avisan algunos analistas. En tiempos de crisis, su promesa de que los clientes pueden sacar el dinero a voluntad puede ser peligrosa: si todo el mundo vende las acciones al mismo tiempo puede causar que las caídas de la bolsa sean peores. Los ETF que siguen los mercados de bonos corporativos (más difíciles de vender que las acciones) aún tienen más riesgo de este tipo. Pero de momento los ETF han superado la prueba siempre que los mercados han caído.

En España la fiebre por la inversión pasiva está tardando mucho más en llegar, sobre todo en cuanto a los pequeños inversores. A menudo los bancos no las ofrecen como parte de sus servicios de gestión de fondo si no es que los clientes lo piden explícitamente.

Hasta que se popularicen, a los que quieran saber dónde invertir siempre les queda mirar qué dicen los gurús mediáticos.

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