El rey evita hablar de los escándalos del emérito en el discurso de Navidad

Enfatiza que los "principios éticos" están por encima de "toda consideración", incluso "familiar"

Mariona Ferrer I Fornells
4 min
El discurs del Rei Felip per Televisió Espanyola

MadridNueva oportunidad perdida por Felipe VI para condenar sin fisuras los escándalos de su padre, que este 2020 le han llevado a retirarle la asignación, renunciar a su herencia, pedirle que se marchara de España y maniobrar para que no volviera a casa por Navidades. Tampoco se ha referido a otros temas espinosos, como el ruido de sables dentro del ejército para acabar con el gobierno de Pedro Sánchez. El monarca español tenía la oportunidad de intentar dar una imagen de transparencia en una casa real cada vez más desacreditada después de la regularización de 678.939 euros en Hacienda por parte del anterior jefe de estado. Pero el rey no ha mencionado ni una sola vez directamente el nombre de su padre, Juan Carlos I, en el tradicional mensaje de Navidad.

El emérito ha quedado definitivamente destronado de las palabras de sus discursos y la única pequeña referencia velada es para limitarse a recalcar la necesidad de preservar los “principios morales y éticos” que los ciudadanos reclaman de la conducta de la casa real y que Felipe VI se comprometió a mantener cuando asumió la Corona en 2014. “Unos principios que nos obligan a todos sin excepciones y que están por encima de cualquier consideración, de la naturaleza que sea, incluso de las personales o familiares”, señala en el discurso desmarcándose de su padre sin citarlo.

Ninguna referencia a la corrupción

De hecho, Felipe VI –a pesar de asegurar que mantiene “el espíritu renovador que inspira su reinado desde el primer día”– hace incluso pasos atrás respecto a su discurso de Navidad de hace seis años, cuando hizo un llamamiento a cortar “de raíz” la corrupción y a una “regeneración profunda” de la vida pública después de que la Fiscalía pidiera 19 años de prisión para su cuñado, Iñaki Urdangarin, y se mantuviera la imputación de la Infanta Cristina. Tampoco branda que la ley es igual para todos, sino que habla solo de principios morales, lejos del famoso “la ley es igual para todo el mundo” de Juan Carlos I la Navidad del 2011 en pleno inicio del escándalo por el caso Nóos.

El otro tema espinoso que no toca directamente es el de las polémicas cartas de militares retirados que le han llegado las últimas semanas. El rey sigue los pasos marcados esta mañana por el presidente español, Pedro Sánchez, y enfatiza el rol humanitario de las fuerzas armadas, que desinfectaron geriátricos durante la primera oleada de la pandemia. Alaba su “eficacia”, así como la “vocación de servicio y la plena sintonía con la sociedad”. Asegura que “el estado es sólido” y “avanzado” y que, si bien la pandemia del coronavirus nos ha “revelado aspectos que necesitan ser mejorados o reforzados”, también ha mostrado “todas las fortalezas” del país.

La pandemia impregna la mayor parte del discurso del monarca, tal y como buscaba el equipo de Pedro Sánchez. Desde que el PSOE llegó a la Moncloa, la impronta social es más que evidente en el discurso del rey, que, si bien está escrito desde la Zarzuela, tiene que pasar obligatoriamente por la supervisión de la Moncloa. Catalunya ha quedado relegada de sus palabras y no hay mención directa a las elecciones del 14-F. De hecho, incluso su llamamiento a “respetar” la Constitución –colocada estratégicamente sobre la mesa, igual que la fotografía de él con la Infanta Elionor, la sucesora al trono– se puede interpretar más como una manera de intentar calmar los ánimos de la extrema derecha española que no los del independentismo.

Felipe VI, igual que hace dos años, después de que Sánchez llegara a la Moncloa a través de una moción de censura, apela a la “capacidad de dialogar y llegar a acuerdos”, en un momento en que la Moncloa reclama al PP que permita desbloquear la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Recuerda que “los adelantos y el progreso conseguido en democracia es el resultado del reencuentro y el pacto entre españoles después de un largo periodo de enfrentamientos y divisiones”. Por eso pide “respetar la pluralidad y las diferencias”.

Una triple crisis por la pandemia

Ante la pandemia, Felipe VI admite que la “situación es grave” y, a pesar de lanzar un mensaje esperanzador, dibuja un futuro incierto. Se centra antes que nada en los jóvenes, advirtiendo que “España no puede permitirse una generación perdida”, y, en parte, defiende la tarea del gobierno de coalición con el llamado escudo social contra la pandemia: “Luchar contra las desigualdad es una cuestión de dignidad entre los que formamos una misma comunidad política”. Ahora bien, enseguida destaca que es fundamental recuperar la economía y en todo momento menciona que las empresas que lo están pasando mal. Una manera, de nuevo, de hacer equilibrios entre derecha e izquierda.

En definitiva, un discurso diseñado para gustar a los dos grandes partidos pero que difícilmente recibirá buenas críticas desde Unidas Podemos, que hacía días que reclamaba una condena enérgica de las “irregularidades” del emérito. Unas irregularidades que el partido lila cree que hay que regular a través de una ley de la Corona que llevarán los próximos meses al Congreso, según ha avanzado el presidente de Unidas Podemos en la cámara, Jaume Asens. El PSOE se ha desmarcado de pleno y, en palabras del secretario general del partido en el Congreso, “la Corona está perfectamente regulada en la Constitución”.

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