La guerra abierta entre líderes le complica las municipales a la derecha

Los reproches mutuos dificultan conseguir mayorías alternativas a los gobiernos progresistas

Dani Sánchez Ugart
3 min
La guerra oberta entre líders  complica les municipals a la dreta

MadridLa victoria incontestable de Pedro Sánchez en las elecciones generales del pasado domingo ha trasladado el campo de batalla al bloque de la derecha. Los nefastos resultados del PP de Pablo Casado en los comicios han provocado un intento desesperado de giro hacia el centro que el líder del partido conservador concretó mordiendo a la yugular a sus compañeros de bloque de Cs y Vox, a quien ha identificado como rivales a batir en las elecciones municipales y autonómicas del 26 de mayo. Aunque de fondo mantiene la intención de gobernar con ellos allí donde sea posible, la urgencia para maquillar los propios resultados y salvar la cabeza ha hecho que el discutido presidente del PP olvide el cuerpo a cuerpo con el presidente español, Pedro Sánchez, para seducir a exvotantes que ahora han votado a los otros dos partidos de la derecha.

Por su parte, tanto Albert Rivera –entregado a la batalla para apartar a Casado y liderar la oposición a Sánchez– como Santiago Abascal han respondido con duros ataques al antiguo partido hegemónico de la derecha. Se abre el fuego, así, de una batalla que será protagonista de la campaña electoral que empieza justo dentro de una semana.

El martes, Casado tildaba Abascal de “ultraderechista” y a Rivera de “socialdemócrata”. Dos menosprecios graves y equivalentes para alguien que presume de liberal y conservador. Pero quedaba atrapado en una paradoja: aunque necesita vencerlos con claridad, las únicas opciones del PP de mantener poder territorial pasan por tejer pactos con los mismos que critica. Al menos, si no quiere pasar por la humillación de tener que investirlos él mismo (en la Comunidad de Madrid, batalla clave, Ciudadanos superó al PP el pasado domingo). Si esto pasara sería, muy probablemente, el último servicio de Casado a su bloque antes de una dimisión que, en este escenario tan desfavorable para el PP, sería inevitable.

“Nuestro error fue pensar que para Rivera el rival era Sánchez y no nosotros”, cuenta un alto dirigente del PP, que avisa que a partir de ahora no van a pasar ni una al líder del partido naranja, que durante el último mes dio muestras evidentes, pasadas por alto por la dirección popular, de estar presentando batalla por la hegemonía de la derecha. En precampaña anunció un veto al PSOE; durante los debates televisados no escatimó críticas a Casado, que no devolvió ni una sola bola, y la guinda fue el fichaje para el partido naranja de Ángel Garrido, peso pesado del PP madrileño, a cinco días de las elecciones. Rivera prefirió apostar por liderar el bloque, capitalizar la oposición a Sánchez durante la legislatura e intentar asaltar la Moncloa con posibilidades de ser presidente en una próxima cita electoral. Y Casado aún pensaba que lo quería hacer presidente a él.

Espacio para Pedro Sánchez

Pero la guerra regala espacio a Pedro Sánchez. No sólo los dos grandes partidos de la derecha no harán tanta sangre de los apoyos que pueda tener el presidente español en la investidura –Rivera quiere que la pelota empiece a rodar con el PP herido, y por eso decía el martes que Sánchez lo tiene “fácil” y asumía que gobernará con “nacionalistas” sin hacer apelaciones a la habitual retahíla de presuntos socios “enemigos de España”–, sino que tendrán dificultades por presentarse ante los electores como una alternativa a los gobiernos de izquierdas que dominan buena parte de las grandes ciudades españolas, como Madrid, Valencia y Zaragoza, y también algunas comunidades autónomas. El reto de los socialistas será no incendiar el bloque de izquierda con la negativa a formar un gobierno de coalición como le reclama insistentemente Unidas Podemos.

Con este panorama, la campaña que arrancará la semana que viene se presenta más optimista para Rivera, que, a pesar de haber quedado por detrás en escaños del líder del PP, tiene el aura de ganador del pulso de la derecha al haber crecido sustancialmente ante la debacle popular. El PP, sin embargo, tiene una buena oportunidad de remontar en los ayuntamientos de ciudades pequeñas y medianas, gracias a la poca implantación territorial de Vox, que previsiblemente les devolverá un buen número de votos. La carrera de la precampaña de las municipales ya ha empezado. Y lo hace con la derecha enfrentada y una etapa sencilla para el PSOE.

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