LA RELACIÓ ENTRE SOCIS

Las mil y una reconciliaciones de JxCat y ERC en el Govern

La filtración del plan de desescalada es la última prueba de una frágil relación desde el primer minuto

Aleix Moldes
4 min
El vicepresident Pere Aragonès i la consellera Meritxell Budó.

BarcelonaLa reconciliación. Ese momento en el que las dos partes de una relación dejan atrás los problemas que las separaban y vuelven a hacer camino juntas. Es la historia del gobierno de JxCat y ERC. Una reconciliación detrás de otra con la certeza de que, si pretenden hacer durar el matrimonio, todavía tendrán que pasar muchas más. La última ha llegado con el plan de desescalada, con acusaciones de filtraciones por medio. Sin amor, todo es más complicado. Pero ¿qué es más sólido, un gobierno que se entiende y se coordina o uno que se pone permanentemente a prueba?

Los presos políticos

Comparecencia conjunta de máximo nivel en la Galeria Gòtica

El pacto de gobierno ya nació tensionado. De hecho, formalmente la primera reconciliación la afrontaron antes de constituirlo, después de habérselas tenido por la no investidura de Carles Puigdemont. Ya en la Generalitat, la suspensión de los presos políticos que eran diputados por parte del Tribunal Supremo abrió una grieta en el Parlament, que obligó a actuar a presidente y vicepresidente. El viernes 5 de octubre de 2018, Quim Torra y Pere Aragonès se hacían fotografiar sonrientes en mangas de camisa acabando de cerrar un acuerdo de “coordinación” que presentarían a continuación, ya más serios, en la Galeria Gòtica del Palau de la Generalitat. “El Govern está fuerte y unido”, aseguraron.

Abrir las prisiones

Reconocer las limitaciones para apaciguar un fuego con Justicia

No generó una polémica tan grande, pero sí un debate público que se alargó durante semanas. El 5 de septiembre, desde Waterloo, Torra se mostró voluntariamente poco preciso a la hora de responder si la Generalitat abriría las prisiones para dejar salir a los presos políticos. El debate venía de julio, cuando habían sido trasladados a Catalunya. “En su momento se tomarán las medidas que se tengan que tomar”, dijo Torra, cosa que provocó incredulidad en la conselleria de Justicia. “No se plantea este escenario”, respondió esa misma tarda la consellera Ester Capella. La crisis se arregló -aparentemente- al cabo de unos días. “Yo no tengo la posibilidad de abrir las prisiones”, acabó reconociendo Torra.

La mesa de diálogo

El mediador que se convirtió en la figura de la polémica

JxCat votó contra la investidura de Pedro Sánchez y ERC la avaló con una abstención. A cambio logró una mesa de diálogo que desde Junts se remarcó que “no interpelaba a mitad del Govern”. Durante unas cuantas semanas entre enero y febrero del 2020 esta mesa fue motivo de polémica entre socios con la figura del mediador en el epicentro. Finalmente llegó la reconciliación: JxCat renunció al mediador -al menos para los primeros encuentros- y cada cual eligió a sus representantes para ir a negociar con el gobierno español. Después de la primera reunión, las costuras volvieron a quedar muy abiertas.

Presupuestos de pandemia

Un final en diferido de la legislatura para cerrar una crisis en el Parlament

ERC no esconde su incomodidad con el asunto de la pancarta de apoyo a los presos y exiliados que acabó con la inhabilitación de Torra. Aún así no fue este el motivo de confrontación pública con JxCat, sino el momento de la pérdida de la condición de diputado del president. Torra responsabilizó a Roger Torrent ante el pleno de haberlo dejado sin escaño y unos días después proclamó a los cuatro vientos que la legislatura quedaría liquidada después de que se aprobaran los presupuestos. Llegó la pandemia y la situación se giró. La reconciliación vino forzada por las circunstancias. “Estamos trabajando muy bien [...]. Pienso que hemos sabido ver que en este momento tan importante para nuestro país, había que ser capaces de reaccionar y de poner al país por delante todo”, decía Torra en una entrevista al ARA en mayo.

El contrato de Ferrovial

Señalamiento público a una decisión que nadie ha cambiado

Probablemente si El Confidencial no hubiera reparado en ello, el contrato con Ferrovial para hacer seguimiento de contagios de covid-19 habría pasado desapercibido entre los centenares de contratos de emergencia que se firmaron durante el anterior estado de alarma. El hecho es que la portavoz del Govern, Meritxell Budó, reclamó públicamente que se revirtiera ese contrato y ERC salió rápidamente a explicar que se haría de manera inmediata. La polémica se paró en cuestión de minutos y con una nueva reconciliación en el saco: los dos partidos votaron a favor de la rescisión del contrato en el Parlament en junio. Han pasado cinco meses y sigue vigente, pero no se han vuelto a oír críticas desde dentro del ejecutivo.

La inhabilitación de Torra

El rol “limitado” de Aragonès a cambio de renunciar a simbolismos

La ley de la presidencia regula cómo tiene que ser la sustitución de un presidente inhabilitado. Esto no impidió que JxCat y ERC volvieran a chocar. Los unos porque pensaban que Aragonès querría “usurpar” las funciones de presidente. Los otros, porque temían un rol “simbólico” de Torra que perjudicara el calendario electoral. La cuestión se resolvió en un documento de dos páginas que recogía un rol “limitado” de Aragonès -compartido con Budó en aspectos de representatividad- y descartaba cualquier papel para Torra.

La desescalada

Las filtraciones y el papel de la 'conselleria' de Trabajo

Durante unas horas ERC se levantó del comité de crisis que trabajaba en el plan de desescalada por la filtración de un borrador. Aragonès abandonó la reunión y los republicanos señalaron directamente a sus socios como responsables de una filtración que exigieron que fuera la última. JxCat negó que fueran los responsables, pero este choque protagonizó la sesión de control del miércoles en el Parlament. La reconciliación, la última hasta ahora, se forjó en otra reunión bilateral, como la de octubre de 2018 en la que Torra y Aragonès se habían comprometido a mejorar la coordinación.

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