RESPUESTA AL JUICIO AL ‘PROCÉS’

Otro referéndum, sobre la mesa del independentismo

Aparte del referéndum, hay otros escenarios que se ponen sobre la mesa

Núria Orriols / Aleix Moldes
7 min
Uns balcons de Barcelona plens de domassos demanant el sí dies abans del referèndum de l’1 d’octubre del 2017.

Barcelona“Lo volveremos a hacer”, decía el presidente de la Generalitat, Quim Torra, en la última sesión de control en el Parlamento. Cuando Ciudadanos le preguntó qué implicaba esta declaración de intenciones, el jefe del Ejecutivo quiso ser gráfico: “Volveremos a hacer es perífrasis verbal de repetición; lo es un pronombre débil que hace de complemento directo neutro; nosotros es el sujeto elidido [...]. Volveremos a sufrir, volveremos a luchar, volveremos a vencer”, acabó, citando a Lluís Companys después de volver de prisión por haber proclamado el Estado catalán. Pero precisamente el significado del pronombre lo en esta expresión, lo que quiere volver a hacer Torra, es lo que está en debate dentro del independentismo, y es aquí donde el referéndum, también el unilateral, empieza a asomarse.

El debate ha quedado interrumpido por el ciclo electoral y ahora se ha reanudado con la vista puesta en una posible condena del Tribunal Supremo por el 1-O, que puede llegar a finales de julio o en otoño. El objetivo es buscar una respuesta a la sentencia que se enmarque en una estrategia más amplia sobre cómo seguir con el procés, sin rumbo desde octubre de 2017.

Según fuentes conocedoras de las conversaciones entre partidos y entidades independentistas, hay diferentes escenarios sobre la mesa y ningún acuerdo. Uno de ellos, volver a hacer un referéndum sin acuerdo con el Estado. No necesariamente organizado desde el Gobierno, sino desde la sociedad civil, como respuesta a una condena por el 1 de Octubre. Esta es una idea que planea entre algunos dirigentes independentistas, aunque todavía no se ha concretado. El presidente de la Generalitat, en la rueda de prensa para hacer balance de su primer año de Gobierno, no descartó el escenario, sino que dijo que avalaría lo que generara más consenso entre todos los actores. En este caso, sin embargo, la administración se mantendría fuera de la ecuación para preservar la autonomía ante la aplicación de un nuevo 155. De hecho, el presidente de Òmnium, Jordi Cuixart, ha sido explícito a la hora de volver a hablar de un referéndum. En la primera declaración que hizo ante el Tribunal Supremo, como acusado, ya dijo: “Haremos tantos referéndums como haga falta hasta que nos reconozcan”. Y el jueves pasado, en el alegato final del juicio, se reafirmó con un “Lo volveremos a hacer”, que después se ha hecho suyo el presidente de la Generalitat.

La CUP, que la semana pasada extendió la mano al Govern si hay un cambio de rumbo, se encuentra inmersa en un debate interno sobre cómo puede seguir el procés, y entre los escenarios también aparece el referéndum. La cuestión es si el resultado del 1 de Octubre se puede implementar o hace falta un nuevo mandato. Los ‘cupaires’ todavía no se han reunido con Torra en el marco de la ronda de contactos que ha iniciado el presidente por este motivo, pero sí que se han encontrado en Waterloo con el expresidente Carles Puigdemont. El exjefe del Ejecutivo, ahora en Bélgica, se siente reforzado después de ganar las elecciones europeas, y en Cataluña también tendrá un papel clave a la hora de definir la estrategia a seguir, que a su parecer pasa por un nuevo “embate” con el Estado en el próximo año, según fuentes de su entorno. Sin embargo, tampoco concreta en qué debe consistir, aunque sí que debe incorporar la vertiente internacional.

Hacerlo “inevitable”

“Hay escenarios más soft y otros más duros”, resumen dirigentes tanto de JxCat como de ERC, que admiten que no hay acuerdo sobre lo que debe hacerse en los próximos meses. De hecho, ellos mismos admiten que si la sentencia llega antes del mes de agosto y es condenatoria, no están “preparados para responder”. Hoy no hay posiciones unánimes dentro de estos partidos, que, a pesar de pensar en una respuesta al Tribunal Supremo, también apuestan por intentar recuperar el diálogo con el Gobierno del Estado, presidido por el PSOE, y explorar la posibilidad de un referéndum pactado, siempre negado por los partidos estatales menos Podemos. De hecho, la petición del presidente Torra de una nueva reunión con Pedro Sánchez para reclamarle volver a la mesa de diálogo previa al 28-A va en esta línea. Ayer mismo, en una carta a la militancia de ERC, de la que se hizo eco la ACN, el vicepresidente del Govern, Pere Aragonès, situó el objetivo en hacer “inevitable” un referéndum, incluso “provocar” una negociación que lo dote de reconocimiento internacional.

Aparte del referéndum, hay otros escenarios que se ponen sobre la mesa: van desde centrarlo todo en la protesta en la calle hasta una declaración en el Parlamento que ratifique los resultados del 1-O, y se ha planteado también un paro general de más de un día o unas elecciones con la voluntad de obtener más del 50% de los sufragios a favor de la independencia. Unos comicios que, de momento, el presidente ha descartado públicamente, aunque también podrían llegar como consecuencia de una crisis de Govern entre JxCat y ERC, un escenario nada descartable después de las divergencias mostradas en las elecciones del 28-A y del 26-M.

La ANC, presidida por Elisenda Paluzie, es uno de los actores que ha puesto las elecciones sobre la mesa —de entrada, la entidad descarta la idea de hacer otro referéndum—. De acuerdo con su hoja de ruta, aprobada para este año 2019, considera que si no puede implementarse ahora el resultado del 1-O, la vía más factible es convertir las elecciones en una especie de plebiscito —palabra que ya se utilizó en los comicios de 2015— para superar el 50% de los votos, ya sea a través de una lista unitaria o con puntos compartidos en el programa electoral entre los partidos. Un resultado que, creen, podría utilizarse para hacer efectiva la República. Sin embargo, para llegar a este punto, que supondría volver a la vía unilateral, también desde el Govern afirman que “hay que estar más preparados” que en octubre de 2017 ante un previsible conflicto abierto con el Estado.

Hasta ahora, Òmnium, a pesar de las palabras de Cuixart, no se ha mojado sobre cuál debe ser el escenario después de la sentencia, pero sí que ha remarcado que trabajarán por una solución que genere más consenso. Una de las campañas en marcha de esta entidad, “Som el 80%”, va en este sentido, con el objetivo de aglutinar espacios más allá del independentismo, en el marco de una respuesta antirrepresiva. En este punto aparece la movilización como un mínimo común denominador entre los actores. De hecho, las manifestaciones son, hasta ahora, el único punto de encuentro entre el independentismo y los comunes: ya se han hecho convocatorias unitarias para reclamar la libertad de los presos y exiliados. Es por eso que, más allá de la respuesta política que se pueda dar desde los partidos independentistas, Torra también tiene la voluntad de encontrar una reacción antirrepresiva que aglutine a otros sectores. Por eso, en los próximos días también debe reunirse con sindicatos y patronales, además de otras entidades no necesariamente vinculadas al procés.

Recuperar la dirección

Una de las diferencias clave respecto a los últimos años, admiten fuentes de diferentes formaciones, es que ahora no hay una mesa común para hablar de la estrategia política. “Debemos recuperarla”, afirma un dirigente de JxCat, que considera que incluso debe volver a forjarse un Estado Mayor del Procés —la dirección política que organizó el 1-O y que reunía a miembros de la sociedad civil y del Govern—. Ahora bien, a pesar de la prisa que pregona ahora el presidente de la Generalitat, también hay otras voces dentro del independentismo que recetan prudencia. Al menos, afirman estas fuentes, hasta que los presos, ahora encerrados en Soto del Real, sean devueltos a Cataluña por orden del Supremo y el Ministerio de Interior.

Mientras los acusados por el 1-O esperan la sentencia, el independentismo intentará, en paralelo, recobrar una mínima unidad.

Los escenarios que aparecen en las conversaciones

Movilización

Será uno de los pilares centrales de la respuesta a la sentencia, ya que de momento es el único punto que comparten todos los partidos y entidades contrarios a una condena por el 1-O. De hecho, desde el otoño de 2017 el soberanismo solo se ha encontrado de forma unitaria en las manifestaciones en contra de la represión, para reclamar la libertad de los presos y los exiliados. Ahora bien, si hay condena, hay quien plantea paros de más de un día para protestar y una campaña de denuncia internacional.

Nuevo referéndum

La idea del referéndum pactado ha vuelto al centro de la estrategia de JxCat y ERC, a pesar de hacer uno unilateral en 2017. Ahora se ha puesto nuevamente sobre la mesa en el marco del diálogo con Madrid, que lo ha vuelto a rechazar. Con una condena por el referéndum del 1 de Octubre, aparece la idea de hacer otra vez lo mismo como respuesta. Eso sí, organizado desde fuera del Govern para evitar una nueva suspensión de la autonomía. O hacerlo “inevitable” a partir de una negociación, como sugirió ayer Aragonès.

Elecciones

Las elecciones son otro escenario para hacer un referéndum encubierto. En este caso, los partidos deberían acordar la fórmula para concurrir a ellas, ya sea con una lista o compartiendo un punto programático. Los que defienden esta vía creen que puede servir para que el independentismo supere el 50% de los votos, un umbral todavía no superado. El 27-S, de hecho, que ya fue esto, JxSí y la CUP se quedaron en el 47%. Sin embargo, los comicios también pueden llegar por la antítesis de la unidad: una crisis de Govern entre JxCat y ERC.

Declaración en el Parlamento

El escenario más rupturista pasaría por volver a llevar el resultado del referéndum del 1-O al Parlamento y ratificarlo, una forma de hacer una nueva declaración de independencia. Ahora bien, este es el escenario más lejano, porque no tiene apoyo de ERC ni de gran parte de JxCat. A diferencia del 27-O, los que defienden esta declaración creen que debería ir acompañada de movilización, aunque comportara el conflicto abierto con el Estado al que el Govern no quiso llegar en 2017.

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