“La imagen de la salida a bolsa no era fiel"

El juicio hace resucitar el fuerte enfrentamiento que hubo en 2011 dentro del Banco de España

Ernesto Ekaizer
4 min
Imatge d’arxiu de la seu de Bankia a Madrid.

Madrid“Ayer se dramatizó en el juicio el enfrentamiento que tuvo lugar en 2010 y 2011 entre la cúpula del Banco de España, representada por el entonces subgobernador Javier Aríztegui, y algunos profesionales, como el jefe de la División de Normativa bancaria, Jorge Pérez Ramírez. Entre los que querían tapar las pérdidas y desviarlas para ganar tiempo y aquellos que advirtieron que ello contravenía la ley y que peor sería la caída”, señaló ayer un ex inspector del Banco de España a ARA.

Jorge Pérez declaró durante hora cuarenta minutos. Pérez ingresó en el Banco de España hace 38 años, trabajó también en Caja Madrid, fue inspector y más tarde jefe de división de normativa contable en el departamento de Regulación desde 2002 hasta finales de 2016. Testigo de la acusación popular (Confederación Intersindical de Crédito), que representa el abogado Andrés Herzog, Pérez explicó con lenguaje llano los problemas contables que se plantearon en el Banco de España con la fusión fría de las siete cajas de ahorro que dieron nacimiento a BFA en 2010 y a Bankia en 2011. Unos problemas que reflejaban pérdidas acumuladas y saneamientos diferidos en el momento de hacer el llamado Sistema de Protección Institucional, fusión fría o combinación de negocios. La evidencia de ello fue aflorada por el precio de salida a bolsa, el 20 de julio de 2011. “Bankia parecía de oro y se vendió a precio de cobre”, fue la métafora que provocó un silencio sepulcral en la sala. Por lo tanto, era cobre.

Luego le siguió Aríztegui, quien afirmó que en el Banco de España “se escribe mucho” y se refirió al entonces jefe de la división de la Normativa Contable, Pérez, como “un empleado”, y a quien adjudicó “papelitos”, “opiniones”, “sentimientos”, “barruntos” que la comisión ejecutiva no atendía.

Y respecto del inspector José Antonio Casaus, quien como inspector-cabecera de BFA-Bankia había enviado cuatro correos en abril y mayo de 2011 en los que cuestionaba la salida a Bolsa porque ello desencadenaría la nacionalización -como ocurrió-, Aríztegui usó el mismo lenguaje resabiado que con Pérez. “En el Banco de España se envían millones de correos. Nunca en mi vida me reuní con Casaus. A la comisión ejecutiva del Banco de España se llega con propuestas o informes, no con charletas”.

Pérez se opuso en 2010 a cargar las pérdidas en reservas en lugar de las cuentas de resultados. Y por ese y otro informe suyo sobre la nula trascendencia de las presuntas provisiones para cubrir pérdidas -inexistentes según los peritos judiciales Víctor Sánchez y Antonio Busquets- ha sido citado a declarar, habida cuenta de que no prestó declaración durante la instrucción del juez Fernando Andreu.

El exjefe de la división de normativa contable señaló que se opuso al cargo en reservas porque contravenía la norma contable española e internacional. Y que se le explicó que había que hacer por “razones supervisoras”. ¿Cuál era el significado de esas razones supervisoras? Simplemente, el criterio de la Dirección General de Supervisión. “Razones superiores divinas”, ironizó Pérez en un momento; en otro, definió razones supervisoras como “razones de Estado”.

Pérez relató que cuando se hizo público el precio de salida a bolsa –en principio una banda de entre 4 y 5 euros-, en el Banco de España cundió la preocupación. “Nos pusimos a analizar con detalle el folleto y elaboramos una nota de alerta en veinticuatro horas”.

El rango de precios estaba "en absoluta contradicción", con los estados financieros del propio folleto", señaló. Cuando una compañía sale a bolsa, lo hace "con un pequeño descuento", para atraer inversores, pero en el caso de Bankia "era de una exageración que nos hacía cuestionar que las cuentas de 2010 estuvieran bien".

Era imposible, continuó, que una compañía cuyas acciones tenían un precio de 15 euros, según los libros de BFA, la matriz, se vendiera "a tres o a cuatro", porque eso indicaría que las cifras del año anterior, 2010, no se correspondían con la realidad. "Hubiéramos entendido un descuento del 10 %", insistió, pero no tan elevado como el que se dio en Bankia.

Y llegado a este punto, Pérez concluyó: "La imagen fiel no era la que se desprendía del folleto".

Y añadió: “Nadie hace un regalo. Si se dan duros a peseta -ha añadido- eso hay que corregirlo, el folleto debía recoger esa pérdida de valor, no puede ser que una compañía que está valorada en quince se ofrezca a tres; si ofrezco a tres lo que vale quince, pues algo no es correcto. O sea que la información contable en el folleto no recogía la realidad".

Aunque ha admitido que cuando las empresas salen a bolsa se suele hacer un descuento a los inversores, que no suele superar el 5 % o el 10 %, de ninguna manera alcanza el 70 u 80 % que alcanzó con Bankia. En su opinión, se ofreció la compañía a un precio "tremendamente alejado" de lo que reflejaban los libros.

Pérez ha explicado cómo sus superiores le recordaron en aquel momento que muchas empresas, y entre ellas bancos, cotizan a un valor inferior al de los libros, a lo que les respondió "lo mismo que acabo de decir aquí”. A saber: “Una cosa es el mercado primario, al cual el banco ofrece unas acciones a 4/5 euros que en sus libros valora a 15 euros, y otra el mercado secundario, donde se transan operaciones de compraventa entre inversores”.

Pérez siguió con otro ejemplo: "Si te regalan una casa valorada en un millón de euros y me vendes la mitad por 100.000 euros, la casa vale 200.000 no puede valer un millón"

Y finalmente un detalle revelador: ni la defensa del acusado Francisco Celma, socio auditor de Deloitte, ni la empresa de auditoría, que se sienta en el banquillo como persona jurídica, hicieron preguntas. ¿Mejor no menearlo?

stats