Àngels Escorsell: “A menudo triunfan más los médicos mediocres que las médicas brillantes”

Entrevista con la presidenta de la asociación Médicas de Cataluña y hepatóloga del Hospital Clínic

Gemma Garrido Granger
5 min
Àngels Escorsell: “Sovint triomfen més els metges mediocres que les metges brillants”

BarcelonaLa medicina es un sector mayoritariamente femenino. En Cataluña las mujeres representan el 70% del alumnado en las facultades, el 61% de los médicos internos residentes (MIR) y el 55% de los profesionales sanitarios. Con todo, los hombres ostentan prácticamente la totalidad de los cargos de responsabilidad en las instituciones y los equipos de trabajo, mientras que las mujeres sólo ocupan el 30% de los espacios de liderazgo. Un sesgo de género que la asociación Médicas de Cataluña (metgesses.cat) quiere enmendar con urgencia. La entidad se presentó ayer en el Colegio Oficial de Médicos de Barcelona y denunció que las médicas continúan luchando contra estereotipos, paternalismos y faltas de respeto, pero sobre todo sufren una falta evidente de oportunidades para escalar profesionalmente en el mundo de la medicina. La presidenta de la asociación, Àngels Escorsell (Montcada i Reixac, 1964), destaca que esto lleva a las médicas a una espiral todavía más peligrosa: la asunción de este sesgo como un hecho irrefutable que las impide sentirse lo suficientemente válidas para optar a cargos de responsabilidad.

¿En los últimos 15 años las médicas tienen más presencia en cargos de liderazgo?

Prácticamente no ha habido cambios. Las médicas representamos más de la mitad del colectivo médico, pero el porcentaje de mujeres que llegan a puestos de mando sigue siendo residual. Una encuesta del CoMB de 2014 ya dejó claro que para un 60% de los médicos hombres era muy o bastante importante tener un cargo de responsabilidad; en cambio, sólo un 45% de las médicas mujeres lo consideraban esencial. Eso te hace plantearte que quizás para las médicas ejercer un rol de liderazgo no es tan importante, pero después te das cuenta de que el gran problema es que estamos atascadas.

¿Qué obstáculos habéis detectado para acceder a lugares de posición?

Son varios. Nos encargamos de los cuidados familiares, hago cinco horas más de trabajo en el hogar que los hombres, o nos pedimos excedencias o reducciones de jornada para la crianza de los hijos. Durante el embarazo o después del parto no hacemos tantas guardias y eso, con 28 o 30 años, repercute en sus sueldos.

La medicina está hecha por hombres y para hombres.

Sin duda. Las mujeres sufrimos una triple discriminación: con los pacientes, con los compañeros y con las barreras personales. Muchos pacientes dicen que prefieren ser visitados por mujeres, pero a menudo no nos visualizan cuando la cuestión es más seria, como una cirugía.

¿Cuáles son las barreras personales?

La educación que recibimos desde pequeñas incide en la idea de que ser buena profesional y buena madre es incompatible —lo cual es una tontería—, y a menudo o no nos creemos que valemos, que estamos preparadas, o nos tenemos que convencer mucho antes de dar el paso de presentarnos a un cargo de responsabilidad. Nos autoexcluimos porque vemos que nos supone más un sacrificio que una oportunidad.

¿Y con los médicos?

Hay faltas de respeto entre compañeros que son evidentes: te cortan más cuando hablas, te dicen más por el nombre, tienen actitudes paternalistas y machistas —te dicen: “Con el trabajo que tienes en casa no te conviene presentarte para este cargo”.

¿Qué papel juega la meritocracia?

Cuando los proyectos de investigación se evalúan de forma anónima se consigue una meritocracia real y una cierta paridad. Si figuran nombres, la tendencia es dárselo antes al médico hombre que a la médico mujer, y eso hace que a menudo triunfen más los médicos mediocres que las médicas brillantes.

¿La discriminación positiva es clave?

Hoy por hoy, sí, y las herramientas para conseguirlo ya existen: utilizar un lenguaje inclusivo, valorar los currículums de forma anónima e incrementar la participación de expertas en congresos —o boicotearlos si todos los ponentes son hombres—. Así se mejora el acceso de las mujeres a la carrera y, de rebote, también a la profesión, ya que los que se quedan en el camino son los hombres mediocres.

¿Cómo es el liderazgo de la médica y qué lo diferencia del rol masculino?

La imposición y el presentismo —pasarse horas y horas en el trabajo— son actitudes eminentemente masculinas. Las mujeres tenemos otras formas de mandar: trabajamos más en equipo, escuchamos más y somos más empáticas.

A menudo la figura de la médica se asocia a la atención primaria o a la pediatría y no tanto a campos como la cirugía, que tiene más prestigio.

Pero yo no conozco ninguna especialidad sin médicas. El problema es que a las jóvenes les faltan referentes femeninos y, si sólo ven a hombres en cargos de responsabilidad, pueden creer que es muy difícil destacar. Yo trabajo en una UCI y a las residentes les explico que tengo una plaza de adjunto fija y que tengo hijos. Es posible destacar sin renunciar a una vida familiar.

¿Qué apoyo se ofrecerá a las médicas que se asocien?

Haremos una tarea de denuncia y pondremos en marcha un observatorio de micromachismos, fomentaremos políticas de conciliación, impulsaremos la participación de las médicas en la toma de decisiones y promoveremos la investigación en patologías que afectan de forma predominante a las mujeres.

Sector feminizado

Más de dos tercios de los profesionales médicos que trabajan en centros hospitalarios catalanes son mujeres. Según el Instituto Català de la Salut (ICS), la feminización del sector ha sido imparable en los últimos años. Si ya en 2013 el 60% del personal eran mujeres, sólo cinco años después la cifra no se detiene: siete de cada 10 médicos son mujeres.

Más mujeres en la carrera

Las aulas de las facultades de medicina se llenan, año tras año, de mujeres. Ellas representan al 70% del alumnado de la carrera y la cifra de mujeres residentes en los centros catalanes también se dispara: un 61,5% de los MIR que realizan la beca en instituciones hospitalarias son mujeres, y un 74% de los que aprenden en el campo de la atención primaria, también.

Poca visibilidad

Si bien las mujeres son mayoría en el campo de la medicina, esta visibilidad no tiene una resonancia paritaria en los cargos de responsabilidad de las instituciones, organizaciones o equipos de trabajo. La tendencia, de hecho, se invierte: en el ámbito hospitalario sólo un 22% de las mujeres llegan a ser jefas de servicio, y un 36% de las médicas, jefas de sección.

11% de brecha salarial

La falta de conciliación, los cuidados familiares que pesan sobre las mujeres y el freno de la maternidad obliga a las médicas a hacer menos guardias, dedicarse menos a la investigación y la docencia y solicitar más excedencias y permisos. Una desigualdad de género que se traduce en un sueldo inferior al de sus homólogos hombres, que cobran un 11% más.

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