CRÒNICA

Clase de gimnasia por videollamada en el instituto

Las restricciones por el covid se mantienen en los institutos y no hay fecha para flexibilizarlas

Mònica Bernabé
4 min
L'Alexia fa classe de gimnàstica a la seva habitació

BarcelonaLa habitación es estrecha y pequeña, pero hay un ordenador con una gran pantalla. A las 10.20 h en punto Alexia está sentada ante el ordenador vestida con mallas y camiseta, preparada para hacer ejercicio. En teoría está a punto de empezar la clase de gimnasia. Gimnasia, eso sí, por videollamada. El profesor está en el instituto y ella, como el resto de alumnos, en casa. Es la llamada nueva (extraña) normalidad. Porque los bares, restaurantes y centros comerciales han reabierto mínimamente, pero los alumnos de bachillerato –al menos los de los centros públicos– siguen igual, haciendo parte de las clases a distancia. Y de momento no hay fecha para que vuelvan al cien por cien a las aulas.

"Qué extraño, no se conecta", se inquieta Alexia, mientras espera que el profesor aparezca en la pantalla. Manda un mensaje por WhatsApp a una compañera de clase para saber si a ella le pasa lo mismo o es quizás su conexión la que falla. Pero no, no falla, todo el mundo está igual. Alexia tiene 16 años, estudia primero de bachillerato en el instituto público Doctor Puigvert de Barcelona y dice que ya se ha acostumbrado a eso de hacer parte de las clases a distancia. Y no le parece mal. Bueno, rectifica: a primera hora de la mañana, a las ocho, es un palo, dice, y tampoco le gusta nada dar clase de gimnasia en casa.

"Id conectando las cámaras, por favor", pide el profesor de gimnasia, Ricard Domènech, cuando finalmente aparece en la pantalla. Se lo ve de medio cuerpo y, por lo que tiene detrás, parece que esté en una aula del instituto. "Aitana, Nerea, Noa, Sergio...", va enumerando uno a uno a los alumnos que se resisten a activar la cámara. "No tengo", contesta uno. "¿No tienes cámara en el móvil?", contesta el profesor. La clase empieza con ejercicios de calentamiento que el profesor hace y que Alexia tiene que reproducir como buenamente puede en su habitación. No es fácil porque el espacio es minúsculo y la imagen del profesor apenas se ve en el ordenador.

No es ninguna panacea

La directora del instituto Doctor Puigvert, Txeli Segué, admite que las clases online no están siendo ninguna panacea. "Yo tengo 700 alumnos [en total en el instituto], por lo tanto, que no vengan 70 tampoco es una gran diferencia", afirma, dando a entender que si los alumnos de ESO acuden a las aulas, ¿por qué no los de bachillerato? Además, añade, "los alumnos de bachillerato se deprimen si se quedan en casa, y a los que les cuesta seguir las clases todavía les cuesta más por internet".

Con todo, esta es la directriz del departamento de Educación. Según explica Segué, los centros que imparten enseñanzas postobligatorias (como bachillerato y formación profesional) fueron informados a principios de noviembre de que tenían que desplegar un “modelo híbrido” de formación de acuerdo con la resolución aprobada el 29 de octubre por el departamento de Salud para reducir la movilidad y contener el brote de coronavirus. Esto significaba en la práctica que los alumnos tenían que combinar clases presenciales y en línea, y se recomendaba que lo hicieran en días alternos. Así que este es el modelo que está aplicando el instituto Doctor Puigvert.

La coordinadora de bachillerato del centro, Tània Rodríguez, también corrobora que las clases online no son la mejor opción y lamenta que de momento no hay fecha para cambiar esta situación. El retorno a las aulas está vinculado a los tramos de la desescalada que ahora, además, el Govern ha frenado por el repunte de contagios. Pero, mientras las restricciones en otros sectores como el de la hostelería y la cultura sí se han reducido ligeramente, en el educativo no se ha dado ningún paso.

El professor Oriol Ventura fa classe de matemàtiques per internet, en una aula completament buida a l'institut Doctor Puigvert de Barcelona

Oriol Ventura da clase de matemáticas a segundo de bachillerato desde una aula del Doctor Puigvert. Habla y gesticula mirando hacia los pupitres, pero en el aula no hay ni un alma. Está completamente vacía. Los alumnos siguen las explicaciones desde casa, por internet. "Lo habéis entendido?", pregunta el profesor. Silencio sepulcral al otro lado de la pantalla. "¿Habéis llegado hasta aquí?", insiste. "Sí, sí", responden entonces algunas voces tímidamente. Según Ventura, los alumnos casi no preguntan en las clases online y la interacción es limitada. Para empezar, declara, la mayoría de los estudiantes ni activan la cámara. "Muchos dicen que no les funciona".

"El problema es que hay profesores que sueltan un rollo durante dos horas y no hacen ninguna pregunta", dice Eva, que cursa primero de bachillerato en el instituto. "Además, como un día vamos a clase y otro no, no coges el ritmo en ninguna parte", se queja. Nerea, que hace el mismo curso, también dice que a ella le resulta más difícil entender las explicaciones si la clase es por internet y que lo único que quiere es volver a las aulas. "La semana pasada nos dijeron que podríamos volver. ¡Me hizo una ilusión!" Pero no, fue una falsa alarma, y ahora, con el riesgo de que haya una tercera oleada por Navidad, todavía se ve menos la luz al final del túnel.

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