SALUD

Obesidad: la pandemia crece

El sobrepeso aumenta más en las áreas rurales y castiga a los países en desarrollo

Xavier Pujol Gebellí
3 min
Obesidad: la pandemia crece

BarcelonaLos datos completos de obesidad por zonas geográficas y países se pueden consultar aquí

Durante años los expertos han sostenido que el estilo de vida urbano, especialmente en los países industrializados y desarrollados, es uno de los principales motores que ha conducido a la actual pandemia de sobrepeso y obesidad global. La realidad, sin embargo, ha cambiado. Si el año 1985 se podía dar por cierta esta afirmación, en 2017 todo ha dado una vuelta de tuerca. El sobrepeso y la obesidad siguen creciendo en todas partes, pero donde crecen con más fuerza es en las áreas rurales de los países en desarrollo o con un nivel de renta bajo. En líneas generales, además, son las mujeres las que resultan más perjudicadas. Así lo sugiere un estudio publicado en la revista Nature que analiza el índice de masa corporal (IMC) de 112 millones de individuos de 200 países. El trabajo es fruto de una colaboración entre el Imperial College de Londres y el Centro de Enfermedades no Comunicables (NCD-Risk Factor), vinculado a la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La conclusión más nítida del extenso estudio es el crecimiento global del IMC en casi todos los países de los que se ha obtenido datos los últimos treinta años. Pero no es en las ciudades donde ha crecido más este índice —como sería esperable de acuerdo con las tesis dominantes—, sino en las áreas rurales. Tanto, que en los países desarrollados la distancia entre las personas con sobrepeso y obesidad en entornos rurales y en las ciudades tiende a acortarse, mientras que en los países en vías de desarrollo prácticamente se llega a igualar en muchos casos.

¿Qué ha propiciado este cambio repentino del patrón de la obesidad global? Barry Popkin, investigador de la Universidad de Carolina del Norte y que firma un comentario en la misma edición de Nature, atribuye el giro de tendencia a una corriente general que ha cambiado el estilo de vida no solo en las ciudades sino también en las zonas rurales.

Remite el hambre, crece la malnutrición

Según Popkin, la vida urbana, que incluye aspectos claramente perjudiciales para la salud, como los relacionados con la contaminación atmosférica, el sedentarismo o la facilidad de acceso a alimentos ultraprocesados, “también tiene factores positivos”. El autor destaca sobre todo dos: por una parte, hay más acceso a centros de salud o a instalaciones de ocio que favorecen el bienestar, así como a la información, y de la otra, hay más posibilidades de adquirir productos alimenticios saludables. Este último factor es especialmente relevante en los países de renta media o alta.

Contrariamente, en las áreas rurales el cambio de tendencia “es paradójico”, según Majid Ezzati, del Imperial College de Londres y autor principal del estudio. Muchos de los factores negativos que han contribuido a la expansión del sobrepeso y la obesidad en las ciudades de los países desarrollados “se han incorporado a los entornos rurales”. Señala, por ejemplo, que el trabajo en los cultivos se ha mecanizado prácticamente en todo el mundo, la disponibilidad de vehículos, a pesar de que limitada, es un hecho contrastable, y el acceso a determinadas categorías de alimentos, como los procesados y los ultraprocesados, “se ha disparado en las áreas rurales”. Como consecuencia, dice Ezzati, la ingestión de calorías sobrepasa con creces la capacidad del organismo para quemarlas. “Muchas de las nuevas calorías son de baja calidad”, alerta. “Estamos consiguiendo controlar el hambre en el mundo, pero a cambio favorecemos la malnutrición”.

Los datos que aporta el estudio son difíciles de simplificar. En términos generales, y por término medio, el peso global de hombres y mujeres ha crecido entre 5 y 6 kg las últimas tres décadas. Pero si se observan los datos con detalle, el incremento de peso de los habitantes en las zonas rurales del planeta ha sido prácticamente el doble del que han registrado las poblaciones en las ciudades.

El estudio señala que el IMC en las áreas rurales es más alto entre las mujeres que entre los hombres. En nuestro entorno, las mujeres que viven en áreas rurales del centro y el este de Europa tienen un IMC superior al de los hombres. Para los hombres, las diferencias más importantes entre las áreas rurales y las urbanas están en Suecia, Irlanda, Austria y la República Checa. En los Estados Unidos y en Australia la diferencia a favor de las áreas rurales también es muy destacable.

El sedentarismo crece y la dieta se llena de procesados

Qué impulsa el sobrepeso

Las dietas con una alta proporción de azúcares refinados, grasas saturadas y sal se han extendido a las áreas rurales. Se suman el incremento del sedentarismo y del consumo de alimentos ultraprocesados. Brasil es uno de los ejemplos de ello.

¿Castiga igual en países ricos y más pobres?

En términos globales, sí. Sin embargo, el crecimiento del índice de sobrepeso y obesidad es mucho más acusado en los países con rentas bajas que en los desarrollados.

¿El hambre en el mundo es historia?

No: todavía quedan extensas regiones donde el hambre hace estragos. Sin embargo, en los lugares donde se ha conseguido vencer, la alimentación que llega es de baja calidad nutritiva.

¿En qué países se produce un cambio más importante?

En porcentaje, EE. UU. y Australia son las zonas con más aumento las últimas tres décadas. También el norte de África y América Latina han empeorado mucho.

¿Y cómo está España?

En España la obesidad también ha seguido el mismo patrón ascendente. Uno de cada cuatro habitantes tiene sobrepeso, mientras que hay un 5% de hombres obesos severos y un 7,8% de mujeres.

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