PANDEMIA

Hablan los médicos de Madrid: “Sientes rabia con una administración que te pisa”

Los centros de salud de la Comunidad denuncian que las bajas no se están cubriendo

Núria Rius Montaner
4 min
“Sents ràbia amb una administració que et trepitja”

Madrid"Existe la duda de si seguir por militancia y para no acabar de destruir el sistema, o no seguir porque lo que estamos haciendo es una atención deficiente que te supera", reflexiona Carlos Navarro, un médico de 33 años que después de ocho meses trabajando en un centro de atención primaria en Madrid ha decidido decir "hasta aquí". Llegó de Murcia a Madrid en octubre del año pasado buscando otras opciones profesionales, pero con la pandemia se puso a echar una mano en la atención primaria, explica. Y asegura que los pacientes no han dejado de crecer en los últimos meses.

"He llegado a ver en un solo turno a más de 70 personas", apunta. Unas agendas llenas a rebosar y varias visitas a la misma hora provocaban que Carlos volviera a casa dejando a pacientes sin una atención "adecuada". "Son situaciones que no se pueden tolerar", denuncia el médico de familia, que asegura que siente "rabia con una administración que te pisa e indefensión por no hacerlo bien". Cansado, hace una semana colgaba la bata y el estetoscopio y dejaba las llaves de la consulta donde trabajaba, en el barrio madrileño de Greco.

Su caso es un ejemplo más de los muchos que con cuentagotas se van sumando a la lista de bajas o excedencias que se está generando en esta primera trinchera del sistema sanitario. "Es un proceso progresivo, hasta que una se da cuenta de que no hay marcha atrás", comenta Clara Benedicto. Ella conoce a fondo esta pata del sistema sanitario, después de más de veinte años trabajando. Hace una semana explicaba a través de las redes sociales que se pedía una excedencia del centro de salud del barrio de San Blas. "Hice este esfuerzo de exposición porque sé que hay mucha gente que está como yo y es importante visibilizarlo", apunta Benedicto al ARA.

Así mismo, Benedicto explica que tratar los casos como el suyo o el de Carlos de manera individual puede acabar reduciendo las decisiones a una cuestión de debilidad, cuando en cambio es un problema de lejos, de "desatención laboral estructural", que los obliga a "aguantar hasta que no puedes más, hasta que te marchas", lamenta. También reconoce que a veces hay un factor de suerte que ayuda a posponer decisiones como la suya: "Un equipo fuerte o si te puedes permitir dejar el trabajo no es lo mismo que si eres temporal y no conoces del todo a la gente". Insiste, sin embargo, en que la decisión no es fácil y que genera contradicciones: "Siempre te queda un sentimiento de culpabilidad. Piensas si es mejor no irte, no abandonar a los pacientes, pero ya están abandonados".

A Irene le acaban de renovar el contrato tres meses, pero duda si aguantará y reconoce que esta no era la atención primaria que se imaginaba. "Me he visto siempre siendo médico de familia por la proximidad con los pacientes, para acercar la salud, pero hoy no hay espacio para ello". También duda por "el aprecio" que ha cogido a los pacientes, "tanto para bien como para mal", y denuncia que el ambiente hoy es tenso: "Las personas se enfadan porque llaman 15 veces al día y nadie puede contestar".

Bajas que no se cubren

Clara argumenta que profesionales "hay muchos", pero que cada vez hay menos gente dispuesta a aguantar las condiciones. Nabil trabaja sustituyendo a una compañera que ha decidido "parar un tiempo". Es médico en una unidad móvil que cada día se traslada al asentamiento de la Cañada Real, uno de los barrios más vulnerables de Madrid. "En mi caso todavía hay baterías que no están desgastadas", explica, a pesar de que matiza que si no estuviera haciendo media jornada quizás se lo plantearía "diferente".

Amnistía Internacional España señalaba que después de preguntar en diferentes centros madrileños, en la gran mayoría no se cubrían las bajas ni las vacaciones y las listas de espera superaban las dos semanas. Nabil reconoce que echa de menos que los cuiden. "Das y das, pero no sientes que te estén cuidando", lamenta, y está convencido de que "si tantas personas se identifican con la misma situación es que falta algo".

Intentos frustrados de mejora

Los centros desbordados no ha sido lo único que les ha hecho tomar esta decisión. "El problema es ver el trabajo inútil. Con la pandemia, el 60% del tiempo lo hemos dedicado a temas burocráticos como el control de las PCR o rastrear", comenta Carlos. El médico asegura que si se hubiera quitado la carga burocrática "se habría podido asumir". Para él, la atención primaria está muy acostumbrada a "dar la cara e improvisar".

Los entrevistados apuntan que ha habido intentos de mejora por parte de la Comunidad de Madrid, a pesar de que matizan que se han quedado en eso, intentos. Las "soluciones" han pasado por dejar de hacer pruebas PCR a los contactos estrechos y en las escuelas o centralizar la realización de los tests, pero "faltan manos", denuncian, y, a pesar de que no pierden la esperanza, las suyas tardarán en volver.

Ayuso quiere volver a confinar por barrios

El próximo viernes, 23 de octubre, se acabará el estado de alarma en la Comunidad de Madrid, y el gobierno de Isabel Díaz Ayuso ya avisa de que volverá a restringir la movilidad en las zonas básicas de salud con más transmisión del virus, es decir, confinará los barrios con más casos de coronavirus. Así lo ha planteado este domingo el consejero madrileño de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, en una entrevista a El Mundo.

Según el popular, la única manera que hay para que la Comunidad cambie de planes es que el nuevo sistema de fases que prepara el ministerio de Sanidad, que prevé cuatro niveles de alerta para emprender medidas de contención, convenza al resto de autonomías. Una opción que ha cuestionado: ha llegado a decir que el borrador que se está debatiendo es "francamente mejorable". Desde que se desplegó el estado de alarma, Madrid está reduciendo la incidencia del virus, pero muy despacio: todavía registra 452 contagios por cada 100.000 habitantes. Ruiz Escudero, sin embargo, ha insistido en que la intervención estatal es "un auténtico abuso competencial".

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