PANDÈMIA

Catalunya necesita más enfermeras

El virus acentúa un déficit crónico de manos en la atención primaria, los hospitales y las residencias

Gemma Garrido Granger
5 min
Un equip d’infermeres treballant a l’UCI  de la Vall d’Hebron el passat mes d’abril.

Santa Coloma de GramenetTener un buen plantel de enfermeras marca la diferencia: con un sistema sanitario de curas, aumenta la supervivencia de la población. También en caso de pandemia, según un estudio publicado en la revista The Lancet. El año pasado había 45.809 enfermeras y enfermeros colegiados en Catalunya, es decir, unos 6,2 profesionales por cada 1.000 personas. La media estatal está un poco por debajo (5,9), y lejos de la europea (9), donde las Canarias (2,8) y Andalucía (4,3) están a la cola. “A nosotros nos gustaría tener las mismas ratios que Navarra, con 8,6, o el País Vasco, con 7,5”, explica la presidenta del Col·legi Oficial d'Inferemeres i Infermers de Barcelona (COIB), Paola Galbany.

Faltan enfermeras. Hace una década que se arrastra este déficit, y la pandemia solo ha acentuado la presión y la carga de trabajo. El sindicato de enfermería Satse asegura que hacen falta, como mínimo, 23.000 enfermeras más. Un 90% serían para los hospitales, donde la ratio tendría que ser de una enfermera por seis u ocho pacientes -en las UCI solo dos por profesional-, pero la realidad es que pueden llegar a tener hasta 18 pacientes. En la atención primaria, cada enfermera tendría que tener asignadas 800 o 1.200 tarjetas sanitarias, pero de media tienen unas 2.000.

La enfermería está sobrepasada. “A pesar de que durante la pandemia se ha contratado más enfermeras, no basta para ofrecer una atención de calidad”, lamenta Galbany. ¿Pero se pueden encontrar más enfermeras? “Hacen falta más plazas de enfermería en las universidades para que el modelo sanitario sea cuidador”, afirma la presidenta de la Associació d’Infermeria Familiar i Comunitària de Catalunya (AIFICC), Alba Brugués.

Ahora hospitales, centros de primaria y residencias se están robando las enfermeras para nutrir las plantillas. Algunos datos: de primaria hay unas 5.000, y de hospital, unas 30.000. “No salen las suficientes de las universidades para sustituir a las que se jubilan”, apostilla el coordinador del servicio de hemodinámica y arritmias en el Hospital Clínic, Miguel Ángel Giménez. “Ahora tenemos pacientes más envejecidos y con más enfermedades complejas y nos faltan manos”, clama el enfermero, que asegura que “no hay voluntad política para equilibrar las cargas de trabajo”.

Dependencia e investigación

En los sociosanitarios y las residencias también hay enfermeras que se encargan del bienestar y la seguridad de las personas, en este caso de la población más dependiente y los abuelos. No solo hacen asistencia -control de crónicos y demencias, nutrición, curas de llagas y acompañamiento en el final de la vida-, sino que también son las responsables higiénico-sanitarias: se encargan de controlar la desinfección y sectorización de los espacios, y la organización de visitas y salidas.

“No hay ninguna formación específica, y a pesar de que ya lo hacíamos antes, con el covid la administración lo ha descubierto”, explica la enfermera en la residencia Olivaret de Barcelona, Mar Pastor, que tiene una veintena de abuelos a cargo. La diferencia, dice, es que los circuitos y los protocolos son más específicos y exigentes, y generan una gran carga de trabajo.

La enfermería también genera mucho conocimiento. Las hay que se dedican a la docencia, exclusivamente a la investigación o que la compatibilizan con la asistencia clínica. Como Montserrat Montaña, enfermera e investigadora clínica del Parc Taulí, donde entre el 1997 y el 2020 se han hecho 228 proyectos con una enfermera como investigadora principal.

“La tradición es relativamente reciente porque no llegamos a las universidades españolas hasta los años setenta”, explica. Las enfermeras no solo hacen investigación propia, sino que facilitan la médica con la recogida de datos a pie de cama. Por eso las líneas de investigación son diversas: cronicidad, salud mental, curas sociales y emocionales, adherencia a los tratamientos o recuperación. “El objetivo básico de la enfermería es ofrecer la mejor cura”, asegura Montaña, que compagina la investigación con su trabajo de enfermera de neumología.

El 92% de los profesionales de enfermería no tienen ninguna especialidad reconocida a pesar de que son expertos en su campo, como por ejemplo la enfermería de familia y comunitaria, los cuidados intensivos, la salud mental, la pediatría o la geriatría. Solo las comadronas están reconocidas en cuanto a la proyección laboral y el ámbito retributivo.

Fuga de cerebros y contrataciones

La altísima presión asistencial y las condiciones laborales, con sueldos precarios y contratos temporales, han empujado al extranjero a profesionales muy formadas y muy valoradas para buscar en otros países la estabilidad y el reconocimiento que no encuentran en casa.

El año pasado solo en Barcelona 115 enfermeras tramitaron sus expedientes para irse al Reino Unido, Australia o los Estados Unidos. La fuga de profesionales se encadena desde hace ocho años; en 2013, el año más negro para la enfermería catalana, emigraron un total de 2.792. La mayoría no han vuelto. Y las hay que directamente abandonan la profesión: suelen tener unos 40 años y alegan un gran desgaste físico y emocional para no ver nunca mejorar su calidad de vida.

A menudo los centros también se encuentran con enfermeras que se incorporan y que, poco después de acabar el proceso de formación, lo dejan. Muchas son incapaces de aguantar la sobrecarga de responsabilidades, las guardias o las jornadas de 12 horas.

Y tampoco es fácil apostar por profesionales formadas en países de fuera de Europa. La homologación del título es una traba lenta y complicada, que a menudo se tiene que completar con cursos en universidades catalanas. Mientras tanto, estas enfermeras tienen que trabajar de auxiliares.

Ahora la Moncloa ha aprobado un decreto que permite a las autonomías contratar de manera excepcional a sanitarios extracomunitarios o sin acabar de formarse, como en la primera oleada. Salud lo defiende como herramienta de movilización: entonces se contrató a medio millar de estudiantes de grado de 4º año, así como jubiladas de menos de 70 años.

Así viven la emergencia sanitaria profesionales de cuatro ámbitos de la enfermería

Alba Brugués

CAP Can Bou de Castelldefels

“Estamos muy quemados y cansados, y no es tanto el qué, a pesar de que no hemos parado de trabajar: también nos afecta la intensidad. Volvemos a vivir una explosión y empezamos a ver neumonías bilaterales que recuerdan mucho a marzo. La tensión es muy alta porque hay que hacer diagnósticos muy rápido y el trabajo no se reducirá haciendo tests de antígenos”.

Fàtima Mhamed

Hospital Doctor Josep Trueta de Girona

“Todos tenemos miedo, pero tenemos que evitar vivir en bucle. Tenemos una gran sobrecarga y mucha más tensión psicológica por lo que se puede revivir, y estamos muy cansados, porque tenemos que doblar o hacer guardias muy a menudo. Es evidente que no hay suficientes manos, pero tampoco se puede formar de cero a cualquier sanitario para tratar a enfermos críticos”.

Juanjo Zamora

CAP Montnegre de Barcelona

“Hacemos atención directa en las residencias asignadas con recursos propios y esto supone un sobreesfuerzo. Entendemos el contexto y queremos hacerlo, pero ya venimos de estar muy tensionados. La enfermería tiene una mirada muy holística, desde la visión clínica hasta la social y emocional, y, a pesar de la falta de manos y horas, damos y daremos el 200%”.

Jose Zafra

Investigación en enfermería y atención primaria

“Nos vamos liberando de ser meras recolectoras de datos para estudios médicos. Con todo, sigue habiendo una falta de reconocimiento total, no solo en el ámbito asistencial. Con el covid, nuestras líneas de investigación se han suspendido, pero habrá un cambio de paradigma: generaremos evidencia para cuidar a estos nuevos enfermos”.

stats