Trapero y Driss Oukabir: un encuentro pendiente desde el 17-A

El mayor restituido como jefe de los Mossos apoya al cuerpo en el juicio de los atentados

Ot Serra
4 min
El Major de Mossos d'Esquadra, Josep Lluís Trapero, entrant a l'Audiència Nacional aquest dimecres per seguir el judici del 17-A

San Fernando de HenaresA las 9.35 de la mañana una furgoneta pasa por delante de la sede de la Audiencia Nacional de San Fernando de Henares. Es de la misma empresa que la que el 17 de agosto de 2017 atropelló a decenas de personas en la Rambla de Barcelona, en un atentado que tres años más tarde se revive en los tribunales. Como si fuera una secuencia preparada, diez minutos más tarde se para otro vehículo, de donde baja el mayor de los Mossos d'Esquadra, Josep Lluís Trapero, convertido en figura mediática esos días de conmoción. Acompañado de su inseparable número dos, Ferran López –los dos vuelven a comandar la policía catalana–, acuden juntos este miércoles como público a la sesión del juicio del 17-A. El restituido jefe de los Mossos asegura que está "tranquilo".

No es extraño, teniendo en cuenta que la última vez que pisó este edificio, hace seis meses, se defendía de una acusación de sedición y una petición de diez años de prisión de la Fiscalía. Ahora vuelve a la Audiencia Nacional absuelto y se sienta en las sillas del fondo de la sala, a pesar de que no es la misma donde lo juzgaron, sino la del piso de arriba. Sea como sea, Trapero conoce sobradamente el espacio y saluda efusivamente a algunos funcionarios con quienes tantas veces se cruzó cuando asistía a su juicio. Su entorno explica que el trato siempre fue exquisito.

Los letrados que participan en este procedimiento no pueden evitar levantar la mirada de sus notas y ordenadores. También la abogada del Estado que participó en el juicio del Procés, Rosa María Seoane, se fija en las hileras del público cuando entra el mayor. Pero los ojos que con más intención se clavan en el mayor son los de Driss Oukabir, señalado por haber alquilado la furgoneta de la Rambla, el nombre del cual circuló por los medios en primer lugar cuando se lo detuvo después del trágico episodio de 2017.

Trapero no tarda en girar la cabeza hacia la derecha cuando los funcionarios de la Policía Nacional levantan la persiana que cubre el cubículo de cristal desde donde los tres presuntos terroristas siguen las sesiones. Oukabir enseguida identifica al mayor, dado que con toda probabilidad, como la mayoría de catalanes, vio por televisión sus comparecencias los días posteriores al atentado. Inevitablemente se cruzan las miradas y el acusado mueve ligeramente la cabeza de derecha a izquierda, como diciendo que no. Solo él sabe cuál es el significado real del gesto, pero es fácil interpretar que no desprende precisamente simpatía.

De hecho, en la primera sesión del juicio se pudo constatar la animadversión de la célula terrorista hacia la policía catalana. "Os arrepentiréis de haber nacido. Sobre todo vosotros, Mossos d'Esquadra. Malnacidos, cabrones. Os estáis metiendo en un berenjenal que no sabéis dónde os metéis", expresó Mohamed Hichamy, abatido en Cambrils, tal como se pudo ver en un vídeo grabado en el chalé de Alcanar mientras preparaban los explosivos días antes del 17-A. A lo largo de la sesión Ferran López va observando puntualmente a Oukabir, pero Trapero ya no lo vuelve a hacer.

Lejos de tener ningún ánimo de revancha, los máximos responsables de los Mossos acuden al juicio para apoyar a los miembros del cuerpo que participaron en la instrucción del caso. La cúpula expresa satisfacción después de haber asistido a la sesión. Pero en el juicio no solo las defensas de los acusados, sino también algunas acusaciones particulares, ponen en entredicho la investigación de los Mossos porque consideran que no se llegó hasta el final. La sombar que rodea la figura del imán Abdelbaki Es-Satty es el ejemplo más notorio de ello.

La relación con los cuerpos del Estado

El mayor repite algunos rituales de su juicio, como comer caramelos, pero esta vez ya no anota en la libreta hasta el último detalle de lo que pasa en la vista oral. Sigue como espectador el lío en relación con los informes de los Mossos y la Guardia Civil sobre teléfonos y ordenadores localizados en los domicilios de los terroristas, intercambiando impresiones con los miembros de su equipo que lo han acompañado. En la sesión de este miércoles comparecen miembros de los dos cuerpos que analizaron separadamente el mismo material.

Cualquiera perdería el hilo de la discusión sobre documentos que contienen errores de enumeración, excepto el juez Alfonso Guevara, que tiene en la cabeza todos los detalles de la causa. La sala está haciendo un "gran esfuerzo para cuadrar" los testimonios de los dos cuerpos policiales, se hace valer el magistrado en un momento dado. Trapero sabe de primera mano, y todavía más cuando pisa la Audiencia Nacional, que a veces los Mossos y la Guardia Civil no tienen la misma aproximación sobre unos determinados hechos. Pero el mayor, ahora de nuevo al frente de la policía catalana, frecuenta Madrid para retomar las relaciones con sus homólogos del instituto armado y de la Policía Nacional.

Aprovecha los desplazamientos a la capital española para asistir al juicio sobre unos atentados que lo ungieron prácticamente como un ídolo de una sociedad catalana en shock, antes de caer en desgracia por la obstinación de la Fiscalía por condenarlo por el referéndum del 1-O. Este miércoles no ha podido coincidir con el fiscal Miguel Ángel Carballo, que ha tenido una participación intermitente en el juicio y este miércoles se ha ausentado. Cuando Guevara da por cerrada la jornada, Trapero vuelve a girar la cabeza hacia la derecha, pero la persiana ya ha bajado y no puede volver a cruzar la mirada con Driss Oukabir.

stats