Examen navideño a la movilidad

La reapertura de centros comerciales y el confinamiento comarcal relajan la presión sobre Barcelona

Maria Ortega
4 min
Vianants creuant un carrer al centre de Barcelona, decorat amb motius nadalencs, en vigílies del 8 de desembre

BarcelonaMucha gente queriendo hacer lo mismo y en el mismo momento. Y mucha, en coche. Es la radiografía más sencilla de lo que pasó el lunes de la semana pasada en el centro de Barcelona, cuando se vivieron colapsos de tránsito que obligaron a cortar vías como el Passeig de Gràcia, y aglomeraciones de gente en las aceras. Se sumaba que era un día de puente sin confinamiento municipal y que, por lo tanto, muchas personas de fuera de la ciudad aprovecharon para venir y avanzar compras o sencillamente pasear por el centro, y que muchos barceloneses también tenían el mismo plan. Y se añadía que los centros comerciales todavía estaban cerrados y que el transporte público, en el contexto de pandemia, no vive su mejor momento –mueve al 60% de usuarios que antes del covid– y hay mucha gente que prefiere desplazarse en coche a manera de burbuja.

“Todos tenemos que entonar un mea culpa, porque nadie supo prever esto”, admite la concejala de Movilidad de la ciudad, Rosa Alarcón, que asegura que el problema se dio por una acumulación de factores: la tormenta perfecta. Y dice que ahora la ciudad ya está más preparada, con respuestas como el control de flujos al Portal de Àngel en caso de saturación o señalización específica, por si se vuelve a vivir una situación similar. Un escenario que, a priori, descartan y que esperan que se solucione con la reapertura de centros comerciales –“El centro de Barcelona era el gran centro comercial al aire libre de Catalunya”, resume la regidora– y la ampliación del perímetro de confinamiento, que ahora pasa a ser comarcal los fines de semana. Dos puntos que el Ayuntamiento había reclamado al Govern y que ve clave para esponjar Barcelona. Alarcón defiende que en cualquier caso el lunes “el sistema viario aguantó” y que donde hubo problemas fue en los entornos de los parkings por una llegada “anómala” de gente.

El lunes –y durante los próximos meses– había, además, otros elementos que complicaban la circulación como las obras del colector de la Diagonal, que cortan la avenida entre Roger de Llúria y Aragón, como critican las asociaciones de comerciantes, que acusan al gobierno de Colau de no haber respetado la norma no escrita de proteger este periodo y poner en marcha los trabajos a partir de enero. “Han hecho las obras en el peor momento, sal en la herida de sectores como el comercio o la restauración que ya lo estamos pasando mal”, lamenta Lluís Sans, de Amics del Passeig de Gràcia, que remarca que un estudio de Barcelona Oberta concluye que el 57% de los clientes de los establecimientos del centro son de fuera de la ciudad.

Para las voces que defienden la urgencia de avanzar hacia un modelo de ciudad con una movilidad más sostenible, es evidente que si el lunes había atascos en Barcelona es porque sobraban coches, como remarcaba en las redes la ex concejala de Movilidad de los comunes Mercedes Vidal, mientras que para determinados grupos de la oposición, asociaciones de comerciantes y entidades como el RACC también juegan las políticas aplicadas por el Ayuntamiento.

Decisiones como restar carriles a vías básicas como Aragó o la Diagonal “añaden congestión y contaminación”, según Josep Mateu, presidente del RACC, que también lamenta que el consistorio no aplicara ya antes del puente el dispositivo pensado para regular los flujos al centro. Asegura, sin embargo, que lo que se vivió el pasado lunes fue una situación “excepcional” por la concentración en un solo día de mucha gente de compras.

El fin de semana, en coche

Desde la asociación por la Promoción del Transporte Público (PTP) añaden un elemento más al debate: el hecho de que la movilidad de fin de semana –o de puente, en este caso– se mantenga más vinculada al transporte privado que los desplazamientos que se hacen entre semana por trabajo o estudios. “Muchos fines de semana hay retenciones y ya lo vemos como una cosa normal”, lamenta Daniel Pi, coordinador de la oficina técnica de la entidad, que añade que los estudios indican que el transporte público no es un lugar de riesgo de contagios pero que, en cambio, ahora hay un problema “de estigmatización”.

“Cuanto más espacio das al coche, más espacio ocupa”, sintetiza Carme Miralles-Guash, catedrática de geografía urbana de la UAB, que remarca que las ciudades más congestionadas son aquellas que han habilitado más carriles para el vehículo privado. “El colapso solo se puede atacar sacando coches de la vía pública”, resume, y remarca que las políticas de movilidad se tienen que planificar a largo plazo y no valorarlas por un lunes de pandemia y prenavideño.

La atracción de Barcelona

“La congestión también es consecuencia de medidas que se están tomando muy sobre la marcha y con mucha carga ideológica” , discrepa Alfons Perona, profesor de la Escola de Prevenció i Seguretat Integral de la UAB, que acusa a Barcelona –y al conjunto de municipios metropolitanos– de haber diseñado las políticas de movilidad sin valorar toda el área y los déficits del transporte público supramunicipal.

“Barcelona tiene que tener en cuenta que es la capital de Catalunya, y que recibirá flujos de gente de fuera y tiene que estar preparada para ello”, expone. Considera que las medidas adoptadas con urbanismo táctico en la ciudad son “apresuradas”.

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