BARCELONA

“Nadie volverá a desalojar a mi hija”

Familias vulnerables ocupan pisos de un bloque de Sant Antoni, símbolo de la gentrificación

Maria Ortega
3 min
La Maribel al pis on ha entrat d’ocupa amb la seva filla de 15 anys, al carrer Parlament.

BarcelonaMira desde el balcón antes de contestar por el interfono y entreabre la puerta cuando nos oye llegar al rellano. Maribel no se fía de nadie. Cuenta que ayer un grupo de hombres vestidos de pintores intentaron echar de los pisos a las familias que, como ella, ocupan una parte de las viviendas del bloque de la calle Parlament, número 1-3, en el barrio de Sant Antoni de Barcelona. Un edificio con carácter de símbolo en la zona, porque fue uno de los primeros donde se detectó la práctica de reformar pisos, encarecer los alquileres e intentar vaciar el edificio para atraer a gente con más nivel adquisitivo. Ahora es propiedad de la promotora Elix, que ha reformado viviendas como la que ocupan Maribel y su hija. Llegaron hace 10 días de la mano del Sindicato de Barrio del Poble-sec y con la idea de reivindicar que la promotora retorne una parte del negocio que hace aceptando alquileres sociales para personas que los necesitan. Actualmente en el bloque hay cuatro pisos en los que se han instalado familias que se encontraban en situación de vulnerabilidad. En el de Maribel todo huele a nuevo todavía.

“Lo que más celebro es que mi hija adolescente tenga, por fin, una habitación para ella, un espacio de intimidad”, explica. Hace tres años que viven yendo de un lugar a otro, y durante más de un año las dos llegaron a compartir colchón en una habitación en la Via Júlia. Su vía crucis empezó cuando se quedaron fuera del piso compartido que tenían en el barrio del Poble-sec y fueron de un lugar a otro buscando un alojamiento al alcance de su economía. Cuenta que algún día, por suerte, alguien les ha ofrecido una ayuda de última hora para evitar que tuvieran que dormir en la calle y que la hija, que tiene 15 años, ha llevado especialmente mal la época en la que tuvieron que vivir lejos del barrio, de la escuela y de los amigos. Interrumpe el discurso cuando oye ruidos y comprueba que nadie venga a echarla.

“Lo que tengo claro es que nadie volverá a desalojar a mi hija. Haré lo que haga falta”, avisa. Es el tercer piso que ocupan y, en el primero, en el Raval, tardaron pocas horas en expulsarlas: “Sufrí mucho por mi hija, que estaba allí cuando la policía nos vino a desalojar. Sólo les gritaba que había una menor”. Dice que no pide quedarse en el piso gratis, pero insta a Elix a negociar un alquiler social que pueda sufragar con sus ingresos —cobra 500 euros haciendo de mujer de la limpieza—. Las entidades en defensa del derecho a la vivienda que dan apoyo a la ocupación tienen previsto dar una rueda de prensa el martes para explicar los detalles del caso. Este diario ha intentado, sin éxito, contactar con la promotora.

“Ya no estoy sola”

En el mismo rellano de Maribel vive, también en precario, otra familia monoparental. En este caso, con dos hijos, y más arriba hay dos familias más. Después de la tensión que vivieron el martes con el intento de vaciar los pisos, el Sindicato de Barrio del Poble-sec decidió hacer pública la ocupación. “Volvemos”, remarcaban. Vecinos como Maribel les agradecen la lucha: “Me han devuelto la esperanza, ya no estoy sola”. El bloque de la calle Parlament ya se ha convertido en un símbolo de la organización vecinal contra los problemas de vivienda. Hace un año los Mossos desalojaban a una familia con tres menores que se había instalado después de firmar un contrato, que no sabían que era falso, y pagar 1.500 euros por la entrada. Y ahora, conscientes de que había pisos vacíos y de la mano de entidades de defensa del derecho a la vivienda, allí se han instalado familias. Conviven en el bloque con los nuevos inquilinos.

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