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La trampa de los tests rápidos para Navidad

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Vianants caminant pel passeig de Gràcia de Barcelona

BarcelonaPoco a poco se va haciendo evidente que la Navidad se puede convertir en una auténtica bomba epidemiológica, con millones de personas moviéndose libremente y reuniéndose en lugares cerrados con familiares que hace mucho tiempo que no han visto. Estos reencuentros familiares, que han sido siempre la esencia de Navidad, son ahora una fuente de peligro. La posibilidad de un crecimiento exponencial de los contagios de covid-19, con el consiguiente colapso del sistema público de salud las semanas siguientes, asusta y mucho a las autoridades sanitarias. No solo las catalanas o españolas, sino las del mundo occidental en general, al menos en los lugares donde se celebran estas fiestas.

Aquí se ha optado por una política permisiva si lo comparamos con países de nuestro entorno como por ejemplo Italia, donde no se permitirá salir del propio municipio, o Francia, donde la hostelería continuará cerrada hasta después de fiestas. Por lo tanto, todo dependerá de la actitud individual de cada cual. Desde este punto de vista, las autoridades sanitarias, tanto del departamento de Alba Vergés como del ministerio que comanda Salvador Illa, quisieron alertar a la población de que los tests de antígenos que llegarán pronto a las farmacias no pueden ser un "pasaporte" para saltarse las restricciones.

Recordamos que las reuniones familiares se han limitado a un máximo de 10 personas, niños incluidos, y que se recomienda que no haya más de dos burbujas de convivencia. El hecho de poderse hacer un test y dar negativo, sin embargo, no significa que se puedan reunir grupos de 15 o 20 personas, porque la experiencia demuestra que hay un porcentaje de falsos negativos que, a gran escala y multiplicado por miles de reuniones familiares, puede resultar en una catástrofe epidemiológica. Por lo tanto, hay que ser estrictos en el cumplimiento de las medidas: 10 personas como máximo, lugares con ventilación y distancia interpersonal. Esta es una Navidad excepcional que, si todo va como tiene que ir con las vacunas, no se volverá a repetir, al menos hasta que haya una nueva pandemia similar.

Además, estamos viendo estos días que, a la mínima que se han recuperado algunos espacios de interacción social, como por ejemplo bares y restaurantes o la cultura, la tasa de contagio se ha disparado y ya no se ha podido pasar de fase de la desescalada en Catalunya. Este lunes ha sido el primero en 15 días en el que ha subido el número de ingresados en la UCI. De momento, los indicadores están lejos de ser óptimos pero parecen estar bajo control, a pesar de que no es descartable que haya un empeoramiento que haga replantear las decisiones que se han tomado hasta ahora.

Las imágenes de estos días de aglomeraciones en el centro de Barcelona para hacer compras tampoco son una buena noticia, porque si no se cumplen los aforos existe la posibilidad de que después haya que volver a cerrar todo el comercio. En general, tenemos que ser todos mucho más cuidadosos a la hora de decidir donde vamos y en qué franja horaria lo hacemos. El objetivo tiene que ser protegerse al máximo y no ponerse en riesgo. Y durante las fiestas de Navidad habrá que extremar todavía más las precauciones si no queremos contribuir al descontrol de la pandemia.

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