José Cruset 1965
07/07/2020

Los Beatles. La música ampliada (1965)

2 min
Los Beatles.  La música ampliada (1965)

Peces Històriques Triades Per Josep Maria Casasús[...]

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La otra noche, en la audición de los Beatles -a la que asistí devotamente para librarme de apasionadas reseñas de “fans” y de plácidos y distraídos partidarios de El vals de las ola s- todo fue un ruido inmenso, con importante aportación del público, en parte entregado a una especie de epilepsia musical transitoria; todo quedó confundido en el griterío y las maravillas agrandadoras de la electricidad; la música perdida por dentro, vencida por el ritmo coreado, algunas veces con palmas. Y fue una lástima porque son bellas las canciones que componen, que interpretan con gran eficacia -con sabiduría alegre y un tanto circense- esos cuatro simpáticos muchachos del suburbio de Liverpool, aproximadamente peinados a la antigua usanza, con solapas pequeñas como los personajes de Nobleza obliga, cuello de terciopelo en los abrigos, como lo llevaba mi padre, y botas negras entre camperas y cómodas “para pies delicados”. La verdad es que lo mismo ocurre en las salas de fiestas, en todas; las orquestas “eléctricas” impiden aquel “ whispring ” de antes -tiempos recientes de la “ boite ” del “Parador” o “Embassy”, con Matas al piano, con jazz de la mejor especie, con heterodoxas incursiones, a última hora, en el tango y las viejas melodías, de Luces de Viena, con la posibilidad de hablar con Pedro Pruna de la teoría de los ángeles; o cerrar los ojos, en “Alazán” de Madrid, para escuchar al grueso Walter tocar el violín en medio de la pista-. Viendo a los Beatles, la otra noche, lleno de la mejor disposición, entregado sin condiciones, en la plaza de toros -Nicanor Villalta matando desde sus alturas, el pensativo “catedrático” Domingo Ortega mostrando al público cómo se somete a un astado- me acordaba de muchas cosas, de las cosas que pasan, de las cosas que quedan; y, sobre todo, de Armstrong, “hondo, vertebrado, doloroso y caliente”, aparecido como una nueva luz, en 1925, el mismo año en que se publicaba El proceso, de Kafka -todo vigente-. Y de muchas cosas más. Pensaba hablar con orden, pero lo haré en otra ocasión. Porque el cronista, como los toreros y los cantantes, puede tener también un día malo, con las ideas holgando en desorden; o acaso el tema elegido sea -pese a su aparente frivolidad- de un alcance (vertiente, signo de su tiempo) superior a sus fuerzas.

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