Tristán La Rosa 1945
26/11/2020

Sert, el último gran artista barroco (1945)

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Sert, el último gran artista barroco (1945)

Peces Històriques Triades Per Josep Maria CasasúsEstoica matrona, enlutada, en la angustiosa espera de sus hijos nonatos, España, primavera y otoño, rosa y ceniza, se está quedando sola. Damas y manolas, pícaros y próceres, ya no conocerán el alba de unas telas en las que tampoco se ponía el sol. El barro, masa sin forma, idea no pensada, añorará la caricia de unas manos ya inertes. Bóvedas y lunetas, naves y cúpulas, no fingirán más arquitecturas, porque Sert, yéndose tras Zuloaga, en su cielo ha rendido jornada. Con el artista, con el hombre de carne y hueso, huye una idea, o mejor dicho, una vivencia; pues en la obra de Sert se cifra el último arte barroco de gran estilo. Aquella inefable concepción pictórica nacida en la Capilla Sixtina, continuada en la Scuola di San Rocco y en los palacios Mezzónico y Labia, casi conclusa por los artistas de la Contrarreforma, se compendia, quizá por última vez, en los atormentados muros de la Catedral de Vic. Desde sus comienzos, allá por finales del siglo pasado, fresco el estudio de Miguel Ángel, hiriente la admiración hacia Berruguete, Sert no traiciona su abolengo barroco. En sus primeros ensayos, proyectos de olvidada decoración, unas líneas inician su prístino movimiento ondulatorio. La luz, por otra parte, al dar cohesión a las figuras, busca imposibles lejanías. Y, desde luego, todo se funde en una óptima riqueza representativa. Luego, el genio de Sert se confirma con seguridad. Traza el boceto para un comedor monumental. Dibuja muchos carbones. Y, por aquel tiempo, alcanza gran reputación con los primeros paneles llamados El homenaje a Pomona, o El juicio de la abundancia. Esta obra, expuesta en 1900, conocido ya su discutido Amor, señala el principio de su celebridad. Fama, pues, fue generosa. “Pero la obra importante, la que, concluida o sin acabar, ha de dar a Sert la representación... -escribe, en 1904, Utrillo- es la Catedral de Vic.” Entre El homenaje a Pomona y las primeras realizaciones para la Catedral ausetana, hay una gran diferencia. […] Mientras en El homenaje a Pomona las figuras, bien que ensambladas en un conjunto perfectamente homogéneo, tienen un levísimo resto de independencia, en los paneles destinados a la Catedral se funden en grandiosa unidad indivisible. Este todo armónico, principalísima conquista barroca, se fue acentuando en sus ulteriores obras. […] Para Sert, artista barroco, la ecuación espacio-contenido siempre se resolvió, en apariencia, de un modo contingente. Para producir esa inquietante ilusión espacial, se vale del color, de la composición, del movimiento y, finalmente, de la luz. Superada la primitiva yuxtaposición cromática que alcanzó hasta el Renacimiento, la negación parcial del colorido fue el primer paso por el camino barroco. La fusión tónica, iniciada durante el siglo XVI, la llevó Sert hasta sus últimas consecuencias. […]

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