Maria Luz Morales ‘ariel’ 1918
17/03/2020

Sobre la epidemia de gripe (1918)

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Sobre la epidemia de gripe (1918)

Peces Històriques Triades Per Josep Maria CasasúsHasta ahora hemos podido gastarle bromitas al Soldado de Nápoles impunemente; pero ya nos falta el humor, ya nos hemos puesto serios y apenas nos llega la camisa al cuerpo. La gripe es una enfermedad que mete miedos digan lo que quieran los informes oficiales. Cada quien sabe como le va en su casa, y además, a nadie le falta un amigo alarmista que cuenta y no acaba de los estragos que está causando la invasión gripal. ¡Alguna invasión habíamos de sufrir también nosotros, mal acostumbrados como estábamos con las delicias de la neutralidad! Ya está aquí el enemigo; a ver cómo le detenemos. Hemos oído decir que algunos de nuestros médicos más distinguidos han decidido patrióticamente llamar a la enfermedad de moda la gripe europea, rectificando la denominación injusta que le habían aplicado los galenos extranjeros. Porque éstos la llamaban española, y no hay razón. El microbio que ha venido a perturbar nuestra vida apacible y casi dichosa procede de la guerra, y acaso si hubiéramos cerrado a tiempo nosotros nuestras fronteras con el cordón sanitario, que se ha establecido tarde y mal, a estas horas no tendríamos que lamentar la presencia de un huésped tan molesto. Siempre a continuación de una guerra, o simultáneamente con la guerra misma, se presentan esas enfermedades epidémicas de difícil diagnóstico muchas veces, que, como la gripe actual, dejan perplejos a los médicos, porque la gama de las crisis a que está sujeta la naturaleza humana es una continua sorpresa. Es curioso: cuando en el corazón de Europa se está provocando, desde hace cuatro años, la mortandad más terrible que recuerdan los siglos, quiere la pícara suerte que surja la peste espontáneamente de un extremo cuyos habitantes sólo hicieron la guerra en el papel, con mucho fuego y extraordinaria acometividad, eso sí; pero sin causarle bajas. ¡Vayan ustedes a saber de dónde viene la gripe! Pero aquí se ha colado y española la llaman los extranjeros, como si españoles hubieran sido los que la propagaron por toda Europa. Es decir: cuando hay en Europa, a causa de la guerra, una mezcla de razas formidable, somos nosotros, los pobrecitos que nos estábamos quietos en nuestro rincón de paz, quienes lanzamos el microbio por encima de los Pirineos. Si pudiéramos de este modo alejarle de nuestro lado, menos mal; pero ese famoso Soldado de Nápoles tiene costumbres de teatro: hace como que se va y vuelve. Lo que debía haberse hecho es cerrarle la puerta.

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