Joan Peiró 1938
17/07/2018

Tierras sin sembrar

2 min
Tierras sin sembrar

Peces Històriques Triades Per Josep Maria CasasúsEl campesinado catalán es la clase más favorecida por los aires revolucionarios que hicieron tabla rasa de los privilegios de la propiedad rústica. Sin pecar de exagerados, se puede afirmar que el común de ese campesinado se ha enriquecido de una manera asombrosa, apelando, para lograrlo, a todos los medios, sin moralidad alguna. […] Es verdad que faltan brazos para sembrar millares de hectáreas. La guerra los sigue arrebatando, a juicio mío, de forma lamentable, por defecto de previsión. Pero a la vista de lo que ocurre, no deja de observarse que los millares de hectáreas de tierra abandonados no guardan proporción con la falta de brazos. La falta de éstos es el pretexto que toma la payesía para encerrarse en su concha para sabotear a una República que echa mano de su autoridad para tasar los precios de los frutos de la tierra, factor fundamental en todos los pueblos del mundo para regular las respectivas economías. Faltan brazos, es verdad, pero a la payesía no se la puede dejar en posesión de ese pretexto. Hay muchas industrias que han sido militarizadas por su relación con la guerra. Más o menos estrechas, son todas o casi todas las industrias las que guardan esa relación. La agricultura y las ramas que de ella se derivan, la guardan estrechísima con la guerra y con la Economía general del País; y siendo esto así, ¿por qué no declarar industria de guerra a la agricultura y la consiguiente militarización de los campesinos aptos para trabajar la tierra? No se concibe una guerra sin una base económica que la sostenga. La agricultura es una de las más importantes partes de esa base. La guerra necesita que la agricultura produzca en abundancia y la moral de la retaguardia exige que esa producción sujete su valorización dentro de los límites racionales, y la militarización de la agricultura permitiría un control sobre las tierras cultivables, imponiendo que fuesen sembradas las que siempre lo fueron, y sobre los precios de sus frutos, que hasta ahora, y a despecho de las medidas gubernamentales, están bajo el arbitrio de la payesía. Militarizado el campo, se conseguiría que la tierra produjese con intensidad y que sus productos llegasen al consumidor a un coste razonable. […] El patriotismo más elemental, los imperativos de la guerra, no permiten cruzarse de brazos ante las negras perspectiva que nos anuncia el campo catalán […]

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