Josep Francesc Ràfols 1949
11/10/2018

El arquitecto Jujol (1879-1949)

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El arquitecto Jujol (1879-1949)

Peces Històriques Triades Per Josep Maria CasasúsEn el segundo quinquenio de este siglo dibujábase, audazmente ya, la personalidad del arquitecto José María Jujol -entonces recién graduado-, fallecido el día primero de mayo. Tarraconense y adorador de su ciudad natal, fue en el Campo de Tarragona donde su numen de un modo especial realizó sus maravillas de color y de juegos volumétricos. Fui yo uno de sus discípulos en el primer curso de su profesorado; desterró Jujol el tocadillo acuarelístico para que chorreara agua y color en los estudios de flores que hacíamos; él nos guió para que el barro se enervara vitalmente en la gótica hojarasca de los vaciados que interpretábamos. Vi en él, en mi juvenil entusiasmo, no el sub-Gaudí, sino la personificación de un artista a modo de variante de Gaudí que antes de que trabajara con el autor de La Pedrera había sembrado de originales cromatismos y de carnosos entalles diversas creaciones planeadas en los varios obradores de arquitectos donde laboró. […] El ateneísta asiduo Dr. Santaló fue quien hizo fijar a su íntimo amigo Gaudí en la personalidad de Jujol. Aceptado el joven artista en la Sagrada Familia, en el Parque Güell y en la Casa Milà, particularmente admirado por el maestro en lo relativo a color, el impulso jujoliano avanzaba líricamente más allá si cabe de la indómita fuerza del arquitecto de Reus. […] Sin embargo, tanto como lo tocante al color, Jujol fue también maestro en la disposición de formas y volúmenes. […] Fue un espíritu esencialmente barroco. La Torre de San Juan Despí (dos casas juntas con entradas bajo arcos, una a cada lado de un solo diedro […]); el edificio con personales esgrafiados en la Falsa Braga tarraconense; su cimborio de los Padres Carmelitas (en Tarragona también) y las palomas que rematan los triangulares piñones; la iglesia de Vistabella que reproducimos: todas estas y tantas otras obras suyas le sitúan como el “magíster geometriae ” del espacio, es decir, como barroco de un barroquismo sorprendente e ingénito. Si entre Gaudí y Jujol hemos insinuado anteriormente un paralelismo artístico, cabría extender el paralelismo al plano de la vida y de las ideas. Ambos conservan incluso hasta los aledaños de la muerte el impulso jadeante hacia la Belleza -del mundo físico y del arte-. Gaudí en determinado día despidióse así de su anciano ayudante “el senyor Llorenç”: “Demà vingui de matinet que farem coses molt boniques”. Salió a pie; dirigíase al parecer al Oratorio de San Felipe Neri, y al atravesar la calle de Cortes le atropelló un tranvía. Murió a las pocas horas en el Hospital de la Santa Cruz. Jujol, minado por la cronicidad de sus achaques gástricos, sintióse libre de molestias el primer día del mes marialógico, y dijo a su mujer: “Quin primer de maig més bo!” Oyó misa en los Capuchinos de Pompeya. Falleció por la tarde de una perforación.

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