Alfredo Opisso 1919
11/03/2020

De la ‘grippe’ y otros excesos (1919)

2 min
De la ‘grippe’ y otros excesos (1919)

Tria J.M Casasús[…]

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Desesperante enfermedad es la grippe, contra la cual bien poco puede la desinfección, pero que tal vez podría prevenirse, aunque sin mucha seguridad del resultado, mediante ciertas precauciones individuales. Creen algunos que se trata de un desorden de los nervios vaso-motores, producido por una toxi-infección debida a los bacilos de Pfeiffer, ya solos, ya asociados con otros, mientras a su vez suponen ciertos escépticos que no se han descubierto aun los verdaderos microbios causantes del contagio, y aun no falta quien opina que no se trata de una enfermedad microbiana sino... atmosférica. Sea como fuere, no estará de más tomar algunas precauciones, como son evitar la acción del frío, la humedad, las fatigas, las depresiones morales; recomiéndase no permanecer en sitios demasiado calientes, pues quizá resulten más nocivas las temperaturas de más de veinte grados que las de bajo cero; una de las causas que, al parecer, más contribuyeron a la gravedad del mal en la última epidemia (que costó, sólo en España, 300.000 defunciones) fue la mala calidad del pan; convendrá alimentarse bien, pero sin excederse; algunos preconizan la abstención del agua y la leche frías y aconsejan el uso de infusiones calientes, azucaradas y aun ligeramente alcoholizadas; asegúrase que no es en manera alguna conveniente administrar purgantes, sobre todo salinos. Nos parecen muy puestas en razón esas prevenciones, pero no va a ser nada fácil hacer que se cumplan. Si el frío húmedo es fatal, habría que renunciar a los escotes, calados y cortedades y no creemos que se resista nadie a tales imposiciones modistiles; si el calor excesivo es perjudicial, no por eso dejarán de hacinarse las gentes en los lugares públicos, et sic de coeteris. Verdad es que tampoco el aislamiento preserva del contagio, según demuestra la experiencia. Uno de los caracteres más peligrosos de ese azote de la humanidad es su diversísima localización, buscando siempre el punto flaco: aunque en general predomina la forma pulmonar, también hace tiro en los otros aparatos, en el sistema nervioso, en los órganos de los sentidos, sin que un ataque anterior inmunice para una nueva acometida. El tratamiento varía según el particular juicio de cada médico: han sido alabados por unos y combatidos por otros, el piramidón, la quinina, la aspirina, el salicilato de sosa, el alcohol, etc. Últimamente se han recomendado las vacunas mixtas de bacilos de Pfeiffer, micrococos catarrales, pneumococos, estreptococos, etc., sin duda por aquello de que si no llega un cañonazo se disparan dos. […]

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