Wenceslao Fernández Flórez 1916
03/10/2018

La moral reinante

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La moral reinante

Peces Històriques Triades Per Josep Maria CasasúsEn Granada, las gentes se hacen cruces ante un caso de inmoralidad. Un periódico cuenta, asustado, lo ocurrido: “El hecho es -dice- que en la segunda vuelta de exámenes en la Facultad de Derecho, cuando apenas había alumnos esperando turno, apareció, en clase de gallo tapado, un examinando, hijo del excelentísimo señor conde de Romanones, llevando las asignaturas de Derecho penal, internacional, público y privado, civil segundo, mercantil, procedimientos judiciales y prácticas forenses. Una friolera: la carrerita, menos un pequeño pedazo. Muy bien todo esto; cualquier estudiante puede aparecer cargado con todo ese bagaje y salir bien de la complicadísima empresa; lo que no está bien ni se puede consentir, porque es un atropello a la Justicia y a la Igualdad, es que el alumno vagón llegue amparado por una real orden, escrita “para él exclusivamente”, recomendando al rector que el hijo del señor conde de Romanones, aun siendo alumno libre, no sufra examen ante tribunal, sino por el profesor de cada asignatura. El caso no es nuevo en la historia del conde. Recuérdese cuando creó la Facultad de Medicina en la Universidad de Salamanca, con objeto de que hiciesen licenciado en un solo examen a su hermano el duque de Tovar, y cuando consiguió, bien recientemente, la ampliación de plazas en la Academia de Ingenieros de Guadalajara para que entrase uno de sus hijos, que ocupaba el último número de los 65 que quedaron sin plaza. Entonces, como ahora, la prensa contó estos ocurridos, y entonces, como ahora, nada pasó. Se dice que los estudiantes de Granada van a protestar. ¡Que protesten!... Al conde le tiene perfectamente sin cuidado; a la primera ocasión, nuevo chanchullo. […] El conde sabe que puede hacer lo que hizo en Guadalajara y en Salamanca y en Granada, porque conoce el ambiente moral, porque sabe que una inmensa mayoría de estudiantes españoles que estudian, no para saber, sino como pretexto para ganar unos sueldos, aceptarían el tener su título en esas condiciones; y comprende que los padres de esos estudiantes harían lo que él, si pudiesen. Siendo así, ¿qué protesta puede haber?... En cuanto el movimiento de oposición no sea de indignación legítima, no sea impuesto por la conciencia, sino por una hipócrita envidia, ya no tiene eficacia. Es éste un círculo vicioso que pasa por el pueblo y por los gobernantes, y del que no podemos salir más que destrozados, sin personalidad, sin potencia. El conde es el símbolo, la encarnación, la cristalización de la España contemporánea, digan lo que quieran los patrioteros exaltados. El conde conoce los defectos y las inmoralidades del ambiente; las ve en él también, y en vez de intentar corregirlas, las explota. Es más dulce”.

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