ABANS D’ARA
Opinió 26/03/2021

Rambleando, con el doctor Pedro Pons (1959)

SEMPRONIO 1959
2 min
Rambleando, con el doctor Pedro Pons (1959)

Peces Històriques Triades Per Josep Maria CasasúsDe la crònica d’Andreu Avel·lí Artís, Sempronio (Barcelona, 1908 - Sitges, 2006), inclosa a Los Barceloneses (1959). El 17 de març va fer cinquanta anys de la mort del catedràtic Agustí Pedro Pons (Barcelona, 1898-1971), metge molt vinculat a la vida social i cultural catalana a mitjans del segle XX. Havia contribuït a evitar la desaparició del Teatre Romea.

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He aprendido a conocer al profesor Pedro Pons en la Rambla. Acaso la afirmación sorprenda, pues la Rambla está despreciada y ya no pasea por ella nadie que se tenga por importante. Una sola excepción, sin embargo: el doctor Pedro Pons. Es quizás el postrer ramblista. -En mis tiempos juveniles, érame la Rambla un camino familiar -me cuenta el médico, mientras descendemos por la popular vía-. Del Hospital de la Santa Cruz a la calle de Puertaferrisa, donde estaba la Academia de Ciencias Médicas, recorría diariamente el trayecto. El doctor Pedro Pons es un barcelonés de pura cepa. Nació en la derecha del ensanche y si con el tiempo se ha mudado de casa y de calle, sigue en el barrio. Sus primeras correrías infantiles tuvieron por escenario el pasaje de Permanyer, en el umbral de cuyas pequeñas villas atisbó las figuras gloriosas de Apeles Mestres y del pianista Vidiella. Volvamos a la Rambla. El día favorito, mejor dicho, la noche favorita del doctor para ramblear es la del domingo. Es el único día de la semana en que puede robar una hora a la abrumadora labor que pesa sobre él. Cena temprano y, mientras enciende un habano, dirige su cochecito hacia la Plaza de Cataluña. En llegando a ella, estaciona el automóvil en cualquier punto del lado oeste y con su legendario sombrero calado sobre los ojos y dando chupadas al cigarro, se interna a pie por la Rambla. Me imagino que la soledad es elemento importante del goce que encuentra en el paseo. Me lo imagino y desde aquí le pido perdón por las veces que, al descubrirle, he osado acompañarle. ¿De qué hemos hablado en estas ocasiones? De nada trascendental. La Rambla ha conducido el diálogo invitándonos a sumirnos en el pretérito. Cuando el maestro, abandonando por un instante los libros profesionales, las revistas y la literatura médicas, busca en la lectura otros horizontes, acude a los tomos encuadernados de antiguos periódicos barceloneses, que tiene siempre al alcance de la mano. Ama, especialmente, los semanarios festivos ochocentistas, que satirizaban sin rencor, que fustigaban sin herir. -La imagen de aquella ciudad pequeña y sencilla late en todos aquellos textos -comenta el doctor Pedro Pons-. En medio de la inquietud de hoy, de esta progresiva complicación de la existencia, la vida de nuestros abuelos nos parece envidiable… Otras veces hemos hablado de teatro, que es su gran pasión. […] Para él, no hay placer comparable al procurado por una buena representación teatral. […] Tampoco esta afición al teatro es distintiva del barcelonés de hoy. Algo parecido a lo que ocurre con el ramblear… Por esto, cuando yo descubro al doctor Pedro Pons en Canaletas, me pego a él y no le dejo. Rambla abajo, consciente de codearme con un ciudadano de primera.

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