Xavier Montsalvatge 1962
19/01/2018

Una vida consagrada a la música vocal

2 min
Una vida consagrada a la música vocal

Peces Històriques Triades Per Josep Maria Casasús[...]

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Todos conocíamos a Emilio Vendrell en su doble aspecto de cantante íntimamente compenetrado con el Orfeó Català y tenor famosísimo del teatro lírico español. Fue orfeonista fidelísimo desde su primera juventud. El inolvidable maestro Luis Millet le confió muy pronto las partes solistas de las obras importantes que incorporaba al repertorio de nuestra primera masa coral. En el año 1923 fue el “Evangelista” de la Pasión según San Mateo, de Bach, afianzándose así una carrera de cantante en la que el artista no veía otra culminación mayor que esta: la de haber servido a la obra cumbre de todas las épocas contribuyendo desde un puesto protagonista al prestigio y al triunfo de su Orfeó Català. A éste permaneció fiel hasta que las fuerzas se lo permitieron. Para quienes recuerdan el Vendrell de los grandes éxitos en las salas de conciertos y en el teatro, resultaba emocionante y altamente aleccionador verle ahora anónimamente confundido con los cantaires, incorporado a la sección de tenores de la masa coral que dirige el maestro Luis María Millet y en la que los orfeonistas de la primera época empiezan a ser escasos. Nunca desertó de su puesto, que consideraba de honor, entre los orfeonistas del conjunto. […] Con su voz clara y extensa creó un estilo propio, inimitable, que, puede decirse, no ha tenido rival ni continuación […] El artista consiguió el raro objetivo de ser siempre admirado y querido por todos y sobre todo por dos públicos antagónicos: el exigente, asiduo a los conciertos, y el de la zarzuela, menos formado y de gustos no siempre extremados. Había dado, carácter y altura a la canción catalana, la popular y la de los compositores que fueron sus maestros y los de su generación. Con el mismo gusto, el mismo lirismo y pureza vocal decía las canciones de Morera o de Toldrà que los lieders de Schumann que en realidad él llegó a popularizar. […] Quienes tenían amistad con él dicen que fue uno de los hombres más generosos, más enamorados de su arte, más honestamente devotos de la música, que estimaba y servia con alegría, sin rencor para nadie, con directa fruición por todas sus manifestaciones. Esta manera de ser se intuía a través de sus interpretaciones, sus palabras, de las que a veces la prensa se hacía eco, y sus escritos, concretamente los recogidos en su libro El mestre Millet i jo, publicado no hace mucho tiempo. Todos pensamos, pues, que hemos perdido además de un buen artista un gran hombre.

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