Política 15/12/2013

Un movimiento de amplio espectro

Jordi Muñoz
2 min

Aunque a menudo se presente como un movimiento encabezado por las élites políticas, el proceso hacia la autodeterminación responde a un cambio profundo en la opinión pública catalana. Hay una interpretación del proceso hacia la autodeterminación de Cataluña, muy extendida en España, que lo atribuye a un capricho personal del presidente Artur Mas o, en el mejor de los casos, a una confabulación de unas élites ajenas a la voluntad popular. La realidad, sin embargo, es que toda la evidencia apunta hacia un movimiento profundo y de gran alcance en la opinión pública. Durante más de dos décadas, el estado autonómico obtuvo el consenso mayoritario de la sociedad catalana. En 2007 este apoyo alcanzó su máximo histórico, con un 60% de los encuestados. Desde entonces no ha hecho más que caer en picado, hasta el 25% registrado en 2013. Y lo que ha ido subiendo no son ni el centralismo ni la alternativa federal, sino el independentismo, y a un ritmo que se aceleró vertiginosamente a partir de 2010, coincidiendo con la sentencia del TC sobre el Estatuto.

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Este crecimiento del apoyo a la independencia proviene, fundamentalmente, del cambio de opinión de dos segmentos del electorado. Por un lado, el nacionalismo tradicional, articulado fundamentalmente alrededor de CiU, y, por otro lado, el sector más federalista de la izquierda catalana. Ambos tenían en común la expectativa de profundizar en el autogobierno en el marco español, y parece que en buena parte han ido perdiendo las esperanzas de que esto sea posible.

Hay otra versión muy extendida en círculos españolistas que sitúa la escuela catalana como elemento clave en este cambio. Sin embargo, si esto fuera cierto deberíamos encontrar un salto generacional importante entre los que se han educado en la escuela catalana y los que recibieron la enseñanza nacionalcatólica anterior a la autonomía. Pero este no es el caso. El apoyo a la independencia es muy transversal generacionalmente, y presenta muy pocas diferencias entre grupos de edad.

¿Cómo podemos explicar un cambio de esta magnitud en las preferencias de los catalanes? En Cataluña se acostumbra a relacionar con la gestión que las instituciones españolas hicieron de la propuesta de nuevo Estatuto que les presentó el Parlamento de Cataluña en 2005 y, muy especialmente, de la sentencia del TC de 2010. Desde una perspectiva española se tiende a minimizar la cuestión, pero la aceleración del crecimiento del independentismo a partir de 2010 parece apuntar en esa dirección. Pero también está la crisis económica, que estalló en 2008. En el contexto actual de fuertes recortes, las consecuencias del déficit fiscal se han mostrado con toda su crudeza. Esto puede haber tenido un papel en el crecimiento del soberanismo, aunque probablemente subsidiario de la crisis de relaciones políticas que se inició con el final del proceso estatutario.

Todo esto no ocurría en el vacío. La sociedad civil organizada en Cataluña ha tenido un papel activo en los últimos años. El independentismo tradicional supo actualizar su discurso y hacerlo más polifacético e inclusivo, y en los últimos años ha mostrado una gran capacidad de movilización.

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