Europa aísla al Reino Unido por miedo a la nueva cepa del covid-19

Diversos países europeos cortan conexiones con las islas para frenar la llegada de la nueva variante

Quim Aranda / Francesc Millan
5 min
Una imatge de Regent Street, al centre de Londres, ahir dissabte, poc després que Boris Johnson anunciés el tancament de totes les botigues no esencials des de la mitjanit d'aquest diumenge

Barcelona / LondresEn medio de los días “más decisivos” –tal como los han calificado desde Londres y desde Bruselas– para aclarar, de una vez por todas, la futura relación entre el Reino Unido y la Unión Europea después del Brexit, buena parte del continente se ha blindado ya de las islas Británicas. Y no por el Brexit, sino por la pandemia. La nueva cepa del covid-19 que se ha identificado en Londres y el sudeste del Reino Unido y que, según las autoridades británicas, es un 70% más contagiosa ha provocado que varios países europeos hayan optado por protegerse para intentar frenar las llegadas de esta nueva variante del virus. Hasta ahora han suspendido el transporte aéreo, por ferry y por tren con las islas los Países Bajos, Italia, Alemania, Bélgica, Austria, Bulgaria, Luxemburgo, Irlanda y Francia, que también paraba el tránsito de camiones desde Dover al continente. España, sin embargo -igual que Grecia-, no se ha sumado a la lista y ha anunciado que reforzará en aeropuertos y puertos el control de verificación de pruebas de PCR a las personas que lleguen de territorio británico.

La reacción en cadena de los estados europeos -que comenzó los Países Bajos- llegaba después de que sábado el premier Boris Johnson incrementara las medidas restrictivas en la capital y en otras partes del país como consecuencia del marcado incremento de las tasas de contagio de los últimos días. Un aumento, casi exponencial, que Downing Street ha atribuido a la rápida transmisión de la nueva cepa. Los análisis iniciales que llegan desde Londres sugieren que la mutación está detrás de, como mínimo, el 62% de los nuevos casos detectados en la capital. La Organización Mundial de la Salud (OMS), que ayer se puso en contacto con las autoridades británicas para compartir información, pidió a los estados europeos que “refuercen los controles”. El organismo también detalló que se habían detectado contagios de esta cepa en Dinamarca -con como mínimo 9 casos-, en Australia y en Suráfrica.

Una passatgera a l'aeroport de Shipoll, a Amsterdam

Horas más tarde, los Países Bajos e Italia también confirmaban que habían detectado pacientes infectados por esta variante. En el caso italiano, el de una persona que acababa de llegar a Roma en un vuelo procedente del Reino Unido. Tanto él como su pareja se encontraban aisladas, según informaciones del ministerio de Salud del país transalpino. El gobierno neerlandés, en cambio, continuaba ayer investigando el origen del contagio.

Desde Londres, sin embargo, se insiste que no hay pruebas de que provoque una enfermedad más grave o una mortalidad más alta. Los expertos, que piden prudencia y que no dan por seguro que la nueva cepa sea tan contagiosa, también apuntan a que la variante no sería más grave.

La UE, descoordinada

Mientras tanto, el episodio ha servido para evidenciar de nuevo, y como ya pasó durante la primera oleada de la pandemia, la carencia de una respuesta coordinada de los países de la Unión Europea. A pesar de que gobiernos como el español, el francés y también el alemán pidieron que Bruselas optase por una reacción conjunta, ayer no se produjo, a pesar de que Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, decidiera convocar una reunión de urgencia por videoconferencia con los representantes permanentes de los países para analizar la evolución del virus y de los nuevos troncos. Finalmente, cada país acabó optando por aplicar las medidas de manera unilateral, que estarán en vigor entre las próximas 48 horas y hasta Fin de año, según cada caso. Hoy por la mañana, sin embargo, la presidencia alemana de la Unión Europea ha convocado otra reunión de urgencia para intentar fijar una estrategia común.

El cierre de fronteras abre ahora una nueva incógnita sobre la estrategia sanitaria de la Unión Europea: durante los últimos meses había conseguido mantener abiertas las comunicaciones entre los estados miembros -también el Reino Unido, que continúa siendo miembro de facto hasta el 31 de diciembre- y evitar así el caos que se vivió durante la primavera pasada.

Italia, uno de los estados que ayer ya cortó comunicaciones, lanzó un mensaje claro. “Como gobierno, tenemos la obligación de proteger a los italianos. Por este motivo, después de haber avisado al gobierno británico, estamos a punto de firmar la orden de suspensión de vuelos”, se justificó, en un mensaje en Twitter, el ministro de Relaciones Exteriores, Luigi Di Maio. El ministro de Salud del país transalpino, Roberto Speranza, añadía: “He hablado con científicos y ministros de Salud de Europa, también el británico. Suspendemos los vuelos con el Reino Unido por precaución. Tenemos delante un nuevo problema. Nuestros científicos necesitan tiempo para profundizar en él, entenderlo y valorarlo”.

Restricciones en Londres

A todo esto, los británicos veían como en cuestión de horas su país quedaba prácticamente aislado de su entorno. La situación epidemiológica hacía días que era preocupante y una prueba de esto fueron las medidas que, finalmente, anunció Boris Johnson el sábado. El ejecutivo británico cancelaba definitivamente la Navidad de unos 20 millones de personas decretando el confinamiento total en los 32 distritos de la capital y de la práctica totalidad de los condados de Kent, Buckinghamshire, Berkshire, Surrey, Bedfordshire, Hertfordshire y Essex, parte de Sussex, además de las ciudades de Gosport, Havant, Portsmouth, Hastings y Peterborough.

Por este motivo, Johnson ordenó el cierre de todos los servicios no esenciales y la obligatoriedad de quedarse en casa, excepto para ir al trabajo cuando no sea posible el teletrabajo, por emergencias sanitarias o para abastecerse de alimentos. Las medidas, que ya estuvieron en vigor todavía con más dureza desde finales de marzo hasta junio, y después durante noviembre y hasta el 2 de diciembre, se alargarán, de momento, dos semanas.

Aspecte de la decoració de Fortnum & Masos, a Picadilly, al centre de Londres, aquest dissabte a la tarda

Ayer el ministro de Salud, Matt Hancock, reconocía que, “desgraciadamente, la nueva cepa está fuera de control”. “Tenemos que volver a tomar el control y la única manera de conseguirlo es restringiendo los contactos”, añadía. Con todo, las primeras noticias que se tuvieron en el Reino Unido de esta mutación son de octubre, pero de unas muestras recogidas en el mes de septiembre. Aun así, el ministerio no lo confirmó hasta el pasado viernes. Y los datos se resienten. Las autoridades británicas notificaron ayer casi 36.000 contagios en las últimas 24 horas, el récord histórico en el país desde que empezó la pandemia. El alcalde de Londres, Sadiq Khan, optaba por hacerlo entender de otro modo: la capital, decía, vivirá las fiestas "más tristes desde la Segunda Guerra Mundial".

Colas y vagones llenos para escapar de Londres

El anuncio de Johnson este sábado de que en Londres y el sudeste de Inglaterra se implantaban restricciones de nivel 4, que limitan al máximo la movilidad, provocó verdaderas escenas de caos en las principales estaciones de tren de Londres, con miles de personas intentando salir antes de la medianoche. Los pasajeros se encontraron con vagones llenos a rebosar justo minutos después de que el jefe médico del Reino Unido, Chris Whitty, declarara en la rueda de prensa, que “la gente que se plantee abandonar las zonas del nivel 4 ahora tendrían que deshacer la maleta y quedarse en casa”.

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