Joan Maragall 1908
02/01/2021

El año (1908)

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El año (1908)

Peces Històriques Triades Per Josep Maria Casasús¿Cuándo empieza el año? ¡Oh, en cuántos momentos nos lo parece! ¿Y quién podría asegurar en cuál y en cuál no? ¿Tal vez en aquel en que notamos un primer verdor tierno y luciente en la sábana de los campos, aun antes de florecer los almendros? ¿o cuando brotan las otras flores con tal color y perfume, que ya nos parece que toda la hermosura que les precedió no fue más que un anuncio de su hermosura? Pero aun entonces, si consultamos la esperanza, ¿no nos dirá que estas flores son una pura promesa del estío que viene, limpio de nieblas y con sol ardiente, que dora las mieses, y madura y levanta el seno de la tierra lleno de fruto? El estío, pues, parece el principio verdadero del año, porque es el principiar a gozar de tan largas promesas. Mas hay entonces corazones ávidos o ambiciosos que para ellos este principio es un fin del deseo, y necesitan llevarlo más allá: corazones de ensueño que sólo en los desmayos del otoño encuentran el reposo para empezar a desear de nuevo. Y éste es para ellos el verdadero principio del año. […] El año es siempre una rueda que en todo lugar empieza y acaba. En nuestro corazón está el comienzo. Pero este comienzo es una fiesta de cada corazón, íntima, silenciosa e impensada: no es aquella que necesitamos común a todos para sentir en ella la hermandad humana. Este sentimiento es el signo de toda fiesta grande. Un sentimiento de hermandad más o menos extensa: una fiesta de familia, una fiesta de pueblo, una fiesta nacional, o de toda una raza de hombres, o de todos los hombres, pero siempre de una pluralidad. […] Pero sobre esa alegría inmanente sopla en tales días un viento de fatalidad. Es aquella tristeza -¿os acordáis?- de las grandes fiestas populares. Es aquel paso de rebaño por las grandes vías de la ciudad a la caída de la tarde de las fiestas. ¡La hermandad humana aun toma tantas veces la forma y la tristeza de rebaño! Pero esta fiesta de año nuevo no es así: ésta es demasiado convencional, […] cada cual puede celebrarla a su manera y para cada pueblo tiene su semblante. De tan convencional, es libre; porque su convención abarca muchas latitudes, y ese día viste el manto de todas las estaciones. […] ¡Oh, cuántos semblantes tiene el año y cuántas estaciones más de las que dicen! Si cada día es una estación, y cada hombre lleva dentro el cristal de su invierno y su verano, y una faz que le sonríe o le llora, o le habla o se desvía, reflejando sonrisa o llanto, expresión o silencio, en el campo y el cielo que tiene delante, yermo o florido, obscuro o luminoso, sea cual sea, siempre del color y expresión de aquella palabra, de aquella sonrisa, de aquel silencio o de aquellas lágrimas que contemplamos en aquel rostro, flor humana, que llevamos dentro. Flor que brota incesantemente, flor del espíritu, flor de todo el año…

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