Los barceloneses, herederos de Picasso (1970)
Peces Històriques Triades Per Josep Maria CasasúsCon la donación rubricada por Picasso el día 23 de febrero de este año [1970] y expuesta ahora por vez primera [des del 18 de desembre del 1970] en el Museo Picasso de nuestra ciudad, los barceloneses hemos pasado a ser herederos de Picasso, de la mejor manera que se puede llegar a serlo: por donación en vida. No se trata de una mera fórmula periodística ni de un oropel más o menos vistoso, sino de una realidad tangible, pero que no pasará a ser cabal hasta el día en que todos y cada uno de los barceloneses se hayan percatado de la importancia que este hecho reviste. Hay varias maneras de acercarse a una obra de arte: siguiendo las huellas de aquellos que las han estudiado a fondo y se han entregado a ellas, o forjándose un criterio propio, directo y sin intermediarios. Hay una tercera posición, que es la de aquellos que lo dan todo por sabido, con inaudita suficiencia, hablando tal vez de impostura o de superchería ante lo que no entienden. A partir de hoy los barceloneses ya no tienen derecho a hablar a la ligera de Picasso sin incurrir en una falta de lesa ciudadanía. El Museo Picasso está ahí para que todos se percaten de su contenido y de quién es el hombre que tanto ha dado que hablar. Si hay en la obra de Picasso algunos aspectos -o muchos- que se les escapan, ahí tienen en el Museo los cimientos de su aventura multiforme, que les pueden ayudar a penetrar, gradualmente, en el resto de su obra. ¿Por qué esta donación? ¿Por qué a Barcelona? Picasso, cuando llegó a nuestra ciudad (septiembre de 1895), sólo tenía 13 años. Picasso era ya un dibujante y un pintor hecho y derecho, como lo atestiguan sus obras realizadas en La Coruña durante los dos años anteriores. Pero la obra de Picasso en La Coruña, con ser sorprendente, así como los cuadros ejecutados en Málaga durante el verano de 1895, antes de venir a Barcelona, responden a una línea de pintura muy definida. La que más o menos podemos designar con el nombre de escuela española o realismo español. De hecho, Picasso había tenido un solo maestro, un solo profesor, oficial y oficiosamente, que era su propio padre, don José Ruiz Blasco, profesor de dibujo y pintor. (Es falso, nos ha dicho Picasso, que antes de ausentarse de Málaga, a los 9 años, él hubiera asistido a los cursos de la Escuela de Bellas Artes en su ciudad natal.) Es por ello que la obra pictórica de Picasso de sus 12 y 13 años es, diríamos, homogénea, rectilínea. La obra de Picasso se diversifica y se pluraliza al llegar a Barcelona, al contacto con nuestra ciudad. En lugar de oír una sola voz y de ver ante sus ojos un solo ejemplo de pintura, su mente y sus ojos son asaltados por una multitud -una multiplicidad- de voces y de modelos, de ideas y de ejemplos, de personalidades y de escuelas, Picasso es solicitado de un lado y de otro, a veces simultáneamente. Y es a partir de este momento, por haber sabido responder adecuadamente a todas estas solicitudes, que Picasso empieza a ser Picasso. […]