José Escofet 1913
07/12/2020

La última ‘Carmen’ y Conchita Supervia (1913)

2 min
La última ‘Carmen’ y Conchita Supervia (1913)

Peces Històriques Triades Per Josep Maria CasasúsHa pasado por el escenario del Liceo una Carmen abrileña. Graciosa, genuina, toda ella españolismo y temperamento. Nos referimos a la gentil Conchita Supervia, una artista catalana de renombre, no obstante su juventud. Esta Carmen, esta Carmencita nuestra, pequeñina y grácil, parece encarnar perfectamente la concepción de Mérimée. Tiene esos ojos negros añorados por la Europa sabia y campanuda; es una irresistible evocación de las galanterías meridionales; ofrece el escorzo admirable de una española cimbreante de Zuloaga. […] He aquí que dos mujeres catalanas, María Gay y esta Conchita Supervia de ahora, encuentran la Carmen en su sangre y en su alma espontáneamente, intuitivamente, […] Ha llegado el momento de hablar de Conchita Supervia solamente. […] Encarna la Carmen de modo excepcional. Su cuerpo es breve y tiene el garbo nativo de nuestras mujeres, que no admite comparación ni tolera imitaciones. […] En una mujer que es casi una niña, como Conchita Supervia, no podemos creer que haya intervenido gran cosa el estudio, en su preparación de la Carmen. Pensad, pues, en la asociación de un temperamento juvenil, sin duda admirable, y un personaje del carácter y de la fuerza evocadora que tiene la cigarrera de Mérimée. Se produce un desbordamiento de humanidad emocionante y pintoresco. En la señorita Supervia se desata la Carmen por impulso intuitivo y llega un momento en que el desarrollo gradual de la pasión alcanza una postura patética. Os asombraréis después viendo a la artista recorrer una gama de matices, trabajando en el alma del personaje con graciosa porfía y llegando hasta la minuciosidad. Sorprenden por lo exactas las estridencias del carácter: el yacimiento de perfidia que palpita bajo un amor ofrendado gallardamente, o el retraimiento señoril que sigue a la travesura insinuante. Y todo ello en un mismo tono, sin romper con una brusquedad impropia la armonía psicológica. Libre, suelta, perfidiosa es esta Carmen, sin timideces, sin remilgos; pero también sin vulgaridad teatral, sin ordinariez; reconcentrada, aleve en las batallas de amor, encantadora y felina. Tiene los ojos profundos y la sonrisa leve y enigmática; es un manojo de picardías toda ella, pequeña para ser acariciada, grande en la tentación y como obstáculo en una vida. Es la mujer que se cobra sus sonrisas al precio de corazones; pasa por la vida como un vendaval, y ama y llora de veras, porque sus amores son fuertes amores de tragedia, no escarceos de amoríos. Su realidad es intensa; nació del pueblo y recogió del pueblo el donaire picante, la superstición y el entusiasmo por los hombres bravos y sinceros. ¿Cómo seguir todo este complicado femenino sin concederle a Conchita Supervia nuestra admiración y nuestro aplauso? Saludamos la aparición de un temperamento de artista muy notable. No podíamos pasarnos sin darle la bienvenida.

stats