Jaime Arias 1990
30/06/2020

Mario Cabré. La vida como ensayo (1990)

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Mario Cabré.  La vida como ensayo (1990)

Peces Històriques Triades Per Josep Maria CasasúsPor encima de todo, Mario Cabré era una excelente persona, de cautivadora simpatía. Inteligente, sociable, inquieto, versátil y amante de las artes, su vida constituyó una sucesión de ensayos diversos, aplicados a la poesía, al teatro, al cine y a la tauromaquia. El toreo le abrió las puertas de la popularidad. Catalán y con aficiones intelectuales, le distinguió su singularidad en los medios taurófilos que, en los años de la posguerra, conocieron considerable predominio. Le ayudaron un físico atractivo, su don de gentes, su optimista forma de sonreírle a la vida y un innato sentido artístico. Su gran momento en los ruedos coincidió con el auge de la fiesta, en la época de los resonantes triunfos de Manolete y Arruza, de Domingo Ortega, de los Dominguines y de los Bienvenidas que, con el olfato y la pericia empresarial de Balañá, convirtieron a Barcelona en plaza fuerte rival de Madrid. Junto a la sombra de esos maestros con los que siempre se llevó bien, Mario Cabré superó los miedos y tuvo destellos de estilista. Sin embargo, su faena cumbre tendría que hacerla ante las cámaras de cine de Al Lewin, en la plaza de Gerona, para la película Pandora, con Ava Gardner de protagonista. Con la insinuante estrella americana vivió un romance cuyos ecos dieron la vuelta al mundo, difundidos por la gran prensa del corazón de aquellos años. Eran historias, en parte prefabricadas por la productora de cine y por la misma Ava, interesada en excitar los celos de Frank Sinatra, que un día vino a plantarse en Tossa de Mar. Mario entró al trapo, dispuesto a no desaprovechar esa enorme publicidad, con brío de latin lover. Sus amigos lo veían ya recibido en la Meca del cine, cual un nuevo Rodolfo Valentino. Sin embargo, su talento no fue apreciado por los peliculeros; ni tampoco su vena lírica y centenares de versos escritos y recitados a la luz de la luna y a orillas del mar ampurdanés pudieron retener a la hermosa estrella. Esto no quita que Mario Cabrá llegara a hacerse un renombre internacional y una fama que fue declinando con los años y con percances de salud insuperables. Pero frente a los sinsabores de la vida, Mario conservó siempre su característica sonrisa, nimbada de seductora ingenuidad.

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