ABANS D’ARA
Efímers 17/09/2014

El frente franco-inglés. Los voluntarios

D’Ametlla (Sarral, 1883 - Barcelona, 1968) a Iberia (22-XII-1917). La popularitat de la participació de catalans en la Gran Guerra explica l’èxit, anys després, de la sarsuela La Legió d’Honor, dedicada a aquells voluntaris.

Claudi Ametlla 1917
2 min

Peces Històriques Triades Per Josep Maria CasasúsDejamos Verdún cubierto por una ligera y helada capa de nieve y envuelto en gran frío. Su visión nos acompaña buen rato. Pero otras visiones de guerra habíamos de ver a poco, que borrarían de la mente la viveza de la impresión verduniana. Vamos a ver a los voluntarios catalanes. ¿Dónde están? No nos es permitido decirlo, por razones que no se nos alcanzan bien, pero que respetamos. Devoramos kilómetros, kilómetros de carretera -esas carreteras de Francia, todavía mejor cuidadas ahora, con la guerra. […] Nos acercamos a la zona de guerra. Una niebla fría envuelve el paisaje. […] Están éstos [els voluntaris catalans] en un bosque en pendiente, cuya cima dominan; pero a cuya otra ladera están los alemanes. De la parte de acá forma un pequeño valle y por el lado de la carretera que nos llevó, una llanura. Nos dejan los autos a la entrada de este valle, cuyo primer término es un cementerio. Allí reposan algunas docenas de héroes. Se nos conduce a una gran barraca de madera, que pronto se puebla de grandes voces, de exclamaciones y de risas. Son los nuestros. Catalanes y no catalanes, voluntarios, se confunden, y a todos abrazamos por igual. No son muchos. Unos treinta o cuarenta. El resto está en primera línea. Sólo se ha permitido venir a cuatro hombres de cada compañía, y se escogió para ello a los condecorados. Se habla tumultuosamente de muchas cosas, se les da té o chocolate, y partimos. Estamos a kilómetro y medio de los alemanes, […] Nos despedimos de nuestros bravos. El doctor Solé y Pla, el padre de todos ellos, no tiene bastantes brazos para contener a todos los que quieren decir su agradecimiento y su amor. Abandonamos aquel lugar, que a la escasa luz de la tarde muriente nos produce una sensación de temor, de guerra. Allí quedan aquellos hombres que, no por el deber, sino por el amor, hicieron a Francia un sacrificio que parece sobrehumano. […]

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