ABANS D’ARA

Las catacumbas de Argona. Guerra moderna (1917)

Peces històriques

Las catacumbas de Argona. Guerra moderna (1917)
Agustí Calvet 'Gaziel'
07/07/2022
2 min

De la crònica d’Agustí Calvet, Gaziel (Sant Feliu de Guíxols, 1887 - Barcelona, 1964), publicada ara fa cent cinc anys a La Vanguardia (3-VII-1917). Gaziel, corresponsal de guerra, havia reportat les condicions infrahumanes dels soldats a les catacumbes d’Argonne (entre Reims i Verdum), galeries subterrànies construïdes per l’exèrcit francès.

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¡Organización, organización! ¿no os parece que esta palabra basta para resumir el horrible estado del mundo? La organización es nuestro fetiche, nuestro tirano, el símbolo y emblema de nuestro tiempo: una organización material desbordante, deforme, excesiva, complicadísima, desproporcionada, que abarca y ahoga todo. El siglo XVI fue el siglo de las luchas religiosas; el XVII, de las rivalidades dinásticas; el XVIII de la filosofía corrosiva y de la libertad; el XIX, del progreso. El siglo XX es el siglo de la organización. Las mayores enormidades parecen hoy excusarse y hasta justificarse en esa palabra. En los siglos que llamamos bárbaros se degollaba y esclavizaba a los prisioneros, se pasaban a cuchillo las poblaciones tomadas por asalto, se acogotaba a los vencidos. Y esto nos parece criminal. Pero hoy los hombres se matan a millares, se bombardean las ciudades indefensas, se deporta a los ancianos y a las mujeres. Y esto nos parece justificable. ¿Por qué? Porque se ejecuta organizadamente. ¡Benditos sean los tiempos en que había menos organización en el mundo! Entonces los hombres también se mataban entre sí, porque esto ha ocurrido y ocurrirá siempre […] Pero al menos entonces había yo no sé qué nobleza natural en las luchas humanas. El hombre peleaba contra el hombre, cara a cara, sin emplear los aplastantes mecanismos de la organización moderna. […] El arte de la guerra ha degenerado, como los demás; y después de sus épocas límpidas, equilibradas, de la antigüedad y del renacimiento, se halla en pleno periodo churrigueresco, o más acá todavía, en pleno caos de monstruosidad. […] Dudo mucho de que sea posible; pero me parece que el mundo, en vez de la organización que le ha conducido a la inaudita catástrofe presente, debería clamar a gritos: ¡simplicidad, simplicidad! La organización moderna no ha hecho más que agrandar los efectos de la miseria humana. Nuestra maldad es ingénita e incurable; lo único que podemos hacer es reducirla, atarla corto, pero no extirparla, porque sus raíces son la pulpa misma del corazón humano, la médula del mundo. […] En las catacumbas de Argona para prestar un servicio puramente accesorio, se requieran millones de oro, toneladas de hierro, trabajos ciclópeos, torturas fabulosas y millares de víctimas. […] Cuando la guerra termine, y a pesar de lo que muchos auguran, es muy probable que el mapa de Europa y la Constitución del mundo no sufrirán un trastorno mayor del que sufrieron al derrumbarse el imperio napoleónico. Sin embargo, Napoleón, en diez años, sacrificó unos tres millones de hombres; y hoy día, en dos años, van ya sacrificados unos treinta. La progresión es aplastante y debida únicamente a la intensidad de la organización humana, no a la maldad del hombre, que es constante, casi invariable, sensiblemente igual a través de los siglos. […] Lo asqueroso de la guerra contemporánea es esto: que sólo para montar la guardia de un puesto avanzado, sean necesarias las catacumbas de Argona.

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