ABANS D’ARA

La gran interrogación

De Gaziel (St. Feliu de Guíxols, 1887 - Barcelona, 1964) a La Vanguardia (19-X-1934). Després del Sis d’Octubre. Foto: el govern català a la coberta de l’Uruguay convertit en presó.

La gran interrogación
Agustí Calvet, ‘gaziel’ 1934
06/10/2015
2 min

Peces Històriques Triades Per Josep Maria CasasúsLas cosas disparatadas suelen acabar mal. Y una de las peores -la pésima- del Estatuto de Cataluña, era esa de que el presidente de la Generalidad fuese, al mismo tiempo, jefe del Gobierno. [...] Nada de lo que ha ocurrido -y que cuantos más días pasan, tanto más inverosímil, tanto más absurdo e injustificable parece- habría podido ocurrir, si hubiésemos tenido un verdadero presidente de la Generalidad, un auténtico Presidente de Cataluña, de los catalanes todos, completamente separado y puesto por encima del gobierno mayoritario y de los demás partidos políticos. Un hombre de esta categoría, que por fuerza no habría sido un tachador apasionado, sino un alta y sensata figura moderadora y representativa -un Jaime Carner, un Raimundo de Abadal, un Roig y Bergadá-, jamás se habría visto empujado ni hecho prisionero por los energúmenos o los dementes de ningún grupo extremista. Toda la serie de insensateces que vinimos presenciando en Cataluña, desde que se constituyó el gobierno propio, y que han sido como las desesperantes etapas hacia una prevista catástrofe final de nuestra autonomía, habrían podido evitarse con un Presidente que no gobernase y un Jefe de Gobierno que no presidiese. Que Companys, como gobernante, perdiese la cabeza o se la hiciesen perder, nada tenía de extraordinario. Muchos gobernantes, muchos partidos la pierden todos los días, y no pasa nada. Es decir, si pasa: se hunden. Pero no se hunden más que ellos. Lo abominable, en nuestro caso, es que en Cataluña nos hemos hundido todos: los que perdieron la cabeza y los que la conservamos en todo momento. […] El gobierno de Madrid era como un pigmeo decrépito, en comparación de la fuerza juvenil y el gigantesco ímpetu que denotaba el gobierno de Barcelona. Con un poco de tacto, con un poco de tiempo, dejando que obrase por sí sola la virtud arrolladora de las circunstancias, […] se habría podido llegar a resultados sorprendentes. […] Yo me decía muchas veces: “¿Por qué Cataluña pierde y ha perdido siempre?” […]

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