ABANSD’ARA
Opinió 30/09/2021

El pan nuestro de cada día (1936)

Peces Històriques Triades Per Josep Maria Casasús

EDITORIAL D’‘EL DILUVIO’ 1936
3 min
El pan nuestro de cada día (1936)

Peces Històriques Triades Per Josep Maria CasasúsDe l’editorial d’avui fa 85 anys a El Diluvio (30-IX-1936), diari republicà i federalista, d’un estil popular peculiar, dirigit del 1916 al 1938 per Jaime Claramunt (l’Havana, 1870-1950). Era el segon diari barceloní de més difusió durant la República. Gil Toll ha fet la tesi doctoral sobre aquest periòdic sintetitzada en un llibre recent (Icaria Ed., 2021).

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En materia de pan no tenemos otro tecnicismo que el de ganárnoslo y el de comerlo. Es el de la mayoría de los ciudadanos. A los economistas y a los industriales compete el estudio de los medios más eficaces para lograr que el pan sea barato, al alcance de todas las fortunas, y bueno; para que el pueblo coma y se nutra a saciedad. Si dadas las condiciones económicas actuales, las cosechas, la carestía de transportes y demás factores que intervienen en la regulación de los precios de los mercados, debe o no aumentarse el del pan, no sabríamos decirlo. Creemos a pies juntillas lo que nos dice el Comité Económico de la industria del pan (C.N.T.-U.G.T.) cuando afirma que es enorme el sacrificio que corresponde a los obreros panaderos habida cuenta de que los gastos se han ido multiplicando de un tiempo a esta parte y de que están dispuestos a continuar sin que tenga que aumentarse el precio del pan. Le creemos también cuando asegura que los obreros de la industria del pan están dispuestos a sacrificar todas las mejoras obtenidas en las cruentas luchas con la burguesía y que se darán por satisfechos si su sacrificio no resulta estéril. Conocemos su desinterés y sabemos que obran impulsados por un ideal. Pero no creemos -y ello no tiene nada de especial a la industria del pan, sino que es propio de todas las industrias-, no creemos, repetimos, que la supresión de las balanzas pueda solucionar nada. Que los panes son siempre faltos de peso lo prueba el hecho de la necesidad de dar la “torna”. Nunca se ha dado el caso en una tahona de tener que cercenar un pan para no dar exceso de peso al cliente. Pero puede suceder que ahora los obreros se equivoquen y al final de la jornada se encuentren con el déficit de gran cantidad de quilos. Eso no sucederá, afortunadamente, para la prosperidad de la industria, pero el pueblo no podrá comprender que el hecho de suprimir las balanzas y de no saber la cantidad exacta de lo que compra no equivalga a la subida de precio de la mercancía que se le vende. “Con la supresión de la balanza, las labores de expendeduría, de contabilidad y de recaudación -dice el Comité- quedan grandemente simplificadas, al propio tiempo que se evita el desperdicio de pan que causa el rajar la «torna»”. No se puede negar la simplificación. Simplificación también la habría si el cliente que ha de pagar, por ejemplo, cinco reales, diera sólo una peseta para no tener que rajar otra pieza de plata. […] El pueblo está dispuesto a pagar el pan más caro si ello es preciso e ineludible. A condición de que se diga sin rodeos, dejándole la satisfacción de retener sus lamentos por espíritu revolucionario. Cuando no gritará como las mujeres que han venido a nosotros a exponer sus quejas, callará por otras razones, pero esos silencios contribuyen al éxito o al fracaso de las revoluciones. Nada de sacrificios por parte de los obreros del pan. ¡Justicia! Pero a la Justicia se la representa siempre con unas balanzas en la mano.

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