La capuchinada
De Montserrat Roig (Barcelona, 1946-1991) a Triunfo (20-III-1976). El moviment estudiantil va esperonar la lluita antifranquista.
Peces històriques triades per Josep Maria CasasúsEn el argot de los estudiantes que vivimos la irresistible ascensión del Sindicato Democrático de Estudiantes de Barcelona quedó un nombre: La Capuchinada. La Capuchinada fueron los tres días de marzo de 1966 que pasamos encerrados en el convento de los capuchinos de Sarriá. Éramos quinientos estudiantes, un poco la crema de la Universidad, y más de treinta intelectuales que se identificaban, la mayoría, con la resistencia cultural catalana desde 1939. También había un buen número de profesores universitarios, los mejores docentes de aquel momento, sometidos a sueldos de miseria e impulsados por una modélica vocación universitaria. Ellos serían el embrión del futuro movimiento de PNN. […] Los tres días de marzo fueron una isla de felicidad, de libertad y de democracia. Una isla pacífica y ordenada. Un clima que he vuelto a sentir en las dos manifestaciones catalanas recientes, las manifestaciones de los dos días de febrero de 1976, diez años después. […] La Capuchinada fue la primera manifestación ciudadana de una sociedad herida que empezaba a perder el miedo. La mayoría de nosotros teníamos veinte años y unas ganas locas de “tener”, de tener algo propio, nuestra habitación propia en un país que no sabíamos de quién era. Convivimos con los capuchinos de Sarriá, descubrimos su generosidad, su alegría, su sencillez y su austeridad. […] Recuerdo el jardín de los capuchinos, los paseos que dábamos en las horas libres, cuando no había asambleas o reuniones para deliberar nuestra actitud, hablando de poesía, jugando a barcos o conversando con un frailecito de barba blanca y ojos profundamente inocentes que nos hablaba de sus flores y de sus pájaros. El viejo no debía saber quiénes éramos, qué significaba aquella irrupción en la paz conventual, pero tanto daba, él había sabido traducir en todo momento las enseñanzas de aquel revolucionario renacentista que fue Francisco de Asís. […] Muchas cosas podría recordar que los sitiadores no podían entender porqué tenían otro lenguaje, el de la fuerza, mientras nosotros queríamos, con nuestro pobre bagaje, implantar el lenguaje del diálogo y de la razón. […]