Política 15/12/2013

Artur Mas, el tecnócrata que quiere saltar la pared

Jaume Clotet
2 min

Con la pregunta y la fecha del referéndum de autodeterminación sobre la mesa, aún hay quien cree, en Madrid, que el proceso soberanista es una obsesión personal del presidente de Cataluña, Artur Mas. Por esta razón, hay voces que piden inhabilitarlo para detener el movimiento soberanista. Esta posibilidad es vista en Cataluña como un ejemplo de miopía extrema, pero puede tener una cierta base a ojos de sus promotores: Mas no había sido independentista hasta hace pocos años. Su trayectoria política e institucional respondía más al cliché del tecnócrata sin ideología que al político vocacional con voluntad de salvar a la patria.

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De hecho, esta trayectoria encaja bien con su entorno social y la educación recibida. Mas es hijo de una familia barcelonesa acomodada. Fue educado en el exclusivo Liceo Francés y la elitista escuela Aula, centros que le forjaron el carácter trabajador, además de imprimirle un dominio del inglés y el francés muy típico de los políticos catalanes y absolutamente impropio de los políticos españoles. Poco después de licenciarse en económicas, Mas se afilió a Convergència Democràtica (CDC), el partido fundado por Jordi Pujol en las postrimerías del franquismo, y comenzó a escalar en la nueva administración autonómica catalana. En 1997 fue nombrado consejero de Economía y todo indicaba que había llegado a la cima de su carrera política.

Animado por un grupo de partidarios que veían en él la renovación del partido y un posible horizonte soberanista, Mas sorprende a todos cuando se convierte en sucesor de Pujol y líder del nacionalismo catalán. Como buen racionalista, Mas tiene claras dos cosas: que España es un inmenso estorbo para Cataluña y que Cataluña lo tiene muy difícil para convertirse en un estado independiente. El primer intento de alcanzar la presidencia, en 2003, se salda con una victoria amarga: gana las elecciones pero los partidos de izquierdas suman mayoría alternativa y ocupan el gobierno catalán.

En las elecciones del 2006 se repite un escenario idéntico, pero con dos elementos nuevos. Se ha hecho un nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña y el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, ha traicionado a Mas, al haberle prometido su apoyo si ganaba las elecciones. De esta traición el mandatario catalán aprende cuál es el valor de la palabra de un presidente español. A la tercera va la vencida y las elecciones de 2010 lo sitúan a la presidencia de la Generalitat. La sentencia del Tribunal Constitucional español, que pocos meses antes ha mutilado el Estatuto catalán aprobado en referéndum, provoca una reacción airada en Cataluña y el independentismo se convierte en la opción mayoritaria. La negativa de Mariano Rajoy a mejorar la financiación de Cataluña fuerza a Mas a adelantar las elecciones el 25 de noviembre de 2012 para activar el derecho de autodeterminación. Mas, que ha dado el paso definitivo al independentismo, vuelve a ganar las elecciones y ERC, el partido histórico del independentismo catalán, se convierte en segunda fuerza. Por primera vez en la historia, los dos primeros partidos catalanes apuestan por el derecho de autodeterminación y pactan un calendario para su aplicación.

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