ABANS D’ARA
Efímers 16/04/2015

Liszt, en la Sociedad Filarmónica

De la crítica de Piferrer (Barcelona, 1818-1848) a Diario de Barcelona (14-IV-1845) dels concerts a la capital catalana -ara fa 170 anys- de l’ídol del jovent romàntic, generador d’un fenomen social: la lisztomania.

Pablo Piferrer Fábregas 1845
2 min
Liszt, en la Sociedad Filarmónica

Peces Històriques Triades Per Josep Maria Casasús[…] Liszt, el gran pianista, que llena la Europa de su nombre, será otro de los recuerdos por los cuales nos complace contar las épocas de nuestra vida intelectual. Lo que nos hizo sentir no se ajusta a las proporciones de un análisis ni es sino para oído; y aun a no ser así, nos cabría la desventaja de reproducir casi todo lo que otro dijo del concierto pasad, ya que en todas las piezas Liszt prodiga los recursos de su fantasía y las pruebas de la destreza más admirable. Muy probable es por tanto que nos quedemos cortos en sentir de los muchos que con nosotros le escucharon con asombro siempre creciente. Al asomar junto al piano aquella cabellera varonil, viva, simpática y marcada con un tipo particular, es imposible no sentirse predispuesto por cierto impulso atractivo, como tampoco cabe buscar la explicación y la fuente de lo que luego se oye sino fijando la vista en aquellas facciones enérgicas, en aquella frente que está diciendo vive en la actividad del pensar, y en aquella mirada fija que parece ver revestida de formas palpables la inspiración que la voluntad transmite a sus manos y éstas traducen en sonidos. De esta manera él y el piano no parecen sino un solo ser; él es el alma del instrumento, y llevando en su voluntad todos los más difíciles, raros e inesperados recursos de éste, le arranca con seguridad la más completa cuantos efectos su imaginación concibe, con la misma facilidad y rapidez con que el habla pueda corresponder a nuestros juicios. No es dable concebir cómo sus manos se prestan a esa voluntad, […] Ya remedando los mugidos del viento comienza un trémulo hondo en las notas más graves, que semeja un redoble o mejor un solo sonido continuado sin ningún intervalo de pulsaciones, y lo sube por un crescendo hasta recorrer todo el teclado también con un solo sonido sin tránsito perceptible de la una a la otra nota, […] Ya convirtiendo sus manos en martillos fuerza al instrumento a producir acordes vibrantes y enérgicos y tan rápidos como seguros. […]

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