Horacio Saenz Guerrero 1955
05/12/2016

Del bullicio de Beirut al recuerdo de Biblos

2 min
Del bullicio de Beirut al recuerdo de Biblos

Peces Històriques Triades Per Josep Maria Casasús[...]

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Beirut, con sus quinientos mil habitantes -casi la tercera parte de la población de El Líbano- es una ciudad generosamente desparramada, bulliciosa, de un poderoso pulso vital. Pueblo inteligente, fenicios en definitiva, los libaneses han organizado su economía con una libertad absoluta y este montaje comercial parece dar espléndidos resultados. Cuando dejamos atrás la capital, con el frescor del aire acondicionado de sus hoteles, de sus cosmopolitas piscinas, de sus playas con fondo de canoas y patines acuáticos, la gran familia del Crucero da un adiós agradecido y admirativo a Beirut, de donde, por lo pronto, todo el mundo se ha llevado, además de buenos recuerdos, maletas de piel de camello a precios generalmente bajos aunque variables en función de la capacidad de los compradores para el regateo. El camino va costeando en el suave regazo de las montañas, espaldas de gigante inclinadas hacia las olas. Caseríos, aldeas de pescadores, pueblos cortados por gala en dos por la carretera, que descubre así su vida agrícola y marina, con grato sabor rústico y elemental. A veces se abren bahías prodigiosas, de una armonía en la que lo pone casi todo la alta montaña verde abruptamente deslizada hacia el mar, sea en forma de arrecifes rocosos, sea en forma de redondeadas superficies arenosas. La ruta penetra en un poblado pequeño, sin aparente personalidad, con cabras, perros y gallinas en las aceras. Tras unas revueltas callejeras se descorre ante los parabrisas el escenario de un puerto recogido y plácido, junto a las altas ruinas de una fortaleza. Entre ambos puntos se elevan seis columnas bizantinas como un milagro. Estamos en Djebail, la Biblos legendaria y antigua de donde partieron las audaces naves de Fenicia cuando el Mediterráneo era todavía un misterio. Cuando reemprendemos la ruta de Trípoli, un tenue hilo del alma nos enlaza, con tristeza apagada, a las bellas, humanas ruinas de Biblos, donde sería bello acampar para morir despacio, bajo la larga caricia de la eternidad. […] Al día siguiente vamos a contemplar los cedros, el árbol nacional de El Líbano, inscrito en su bandera, protagonista de mil antiguas leyendas e historias, cuya madera, incrustada de nácares, adornaba gloriosos palacios y templos. […]

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